Mientras Pedro Pablo Kuczynski (PPK) daba los últimos toques a su discurso de 28 de julio, el presidente Barack Obama proclamaba: “Nunca hubo un hombre, ni Bill ni yo, o una mujer más preparada que Hillary Clinton para ser presidente de Estados Unidos”. El generoso, pero exacto espaldarazo a la candidata del Partido Demócrata hacía alusión a su larga trayectoria política, pero sobre todo a los cuatro años que pasó como secretaria de Estado, el cargo más importante en el Gabinete Ministerial norteamericano.
Inimaginable escuchar a un presidente o ex presidente peruano decir algo así de un potencial sucesor, pero no es difícil llegar a la misma conclusión cuando uno revisa la trayectoria del ex primer ministro y hoy presidente del Perú. Basta con recordar que es la tercera vez que PPK asiste a una transferencia de mando en el Congreso de la República. Lo hizo en 1980, como ministro de Energía y Minas de Fernando Belaunde y lo volvió a hacer en el 2001, como ministro de Economía y Finanzas de Alejandro Toledo.
A diferencia de Hillary Clinton, PPK es más un tecnócrata que un político. Pero el Perú no es Estados Unidos. Como sostuve en marzo del 2015 en mi artículo “El outsider tecnocrático”, las condiciones estaban dadas en el Perú para el crecimiento de un candidato con una trayectoria exitosa en una profesión orientada al desarrollo. Luego, en enero del 2016 comenté, en “El candidato tecnócrata”, que la propuesta electoral de PPK podía resultar atractiva para el amplio sector del electorado que desconfiaba de los políticos profesionales y que podía pasar a la segunda vuelta electoral. Sin embargo, debo reconocer que me parecía difícil que ganase la presidencia, dada la amplia distancia que lo separaba de Keiko Fujimori. Aun así, lo logró.
A pesar de su larga trayectoria como tecnócrata, el mensaje a la nación del presidente Kuczynski fue eminentemente político. Los tecnócratas gustan de las cifras, los grandes políticos prefieren las ideas. Y lo que escuchamos en su primer mensaje a la nación fue una visión de país y un llamado a la unidad propio de un estadista. A diferencia de su predecesor, no se quejó del país que recibe, sino que, por el contrario, recordó a los fundadores de la patria y destacó lo que el Perú ha avanzado en su historia –incluyendo por lo tanto el período fujimorista– e invocó al Congreso de la República a trabajar juntos para que el Perú sea un país más moderno y más justo en su bicentenario.
Fue un mensaje inspirador, en el que compartió con la ciudadanía el Perú con el que sueña y los grandes lineamientos de lo que será su gobierno. Algunas de las metas que se trazó son muy desafiantes y quizá no se alcancen durante su período de gobierno, pero quedó claro el rumbo trazado y hacia dónde quiere llegar: un país con agua y desagüe para todos, educación y salud pública de calidad, con más formalidad e infraestructura, y menos corrupción, discriminación e inseguridad.
Coincide con las prioridades de la opinión pública, aunque en sentido inverso: A la población le preocupa más la delincuencia y la corrupción, después el empleo y la economía, y luego la educación y la salud. La mayoría no es consciente de que la falta de agua y saneamiento es un problema grave para los peruanos más pobres. Para PPK, en cambio, siempre ha sido un tema fundamental, quizá legado de su padre que fue un destacado médico especialista en salud pública. Lo novedoso es que la cruzada por el agua y el saneamiento que aspira a emprender también la vislumbra como una gran oportunidad de generación de empleo masivo para los peruanos.
Un aspecto destacable de su alocución fue la referencia elogiosa a sus ministros que hizo en varios momentos y que anticipa un buen trabajo en equipo, especialmente con su álter ego, Fernando Zavala. El presidente del Consejo de Ministros es también un tecnócrata de larga trayectoria –gerente general de Indecopi de Alberto Fujimori, viceministro y ministro de Economía de Toledo– y tendrá el difícil encargo de tender puentes con Fuerza Popular para lograr acuerdos legislativos.
Lo que se consiga en el Congreso depende en gran medida de la voluntad del fujimorismo. El Ejecutivo podrá presionar si tiene el respaldo de la opinión pública pero también tendrá que ceder en algunas materias y buscar consensos en lo que sea posible. Pero donde sí pueden lograr un gran cambio PPK y su equipo es en la mejora de la administración pública. Si algo caracteriza a Zavala y la mayoría de sus ministros es una capacidad de gestión. Si logran volver más eficiente al Estado Peruano, para que brinde mejores servicios públicos, habrán dado el gran salto al que aludía PPK en su discurso. Quizá en eso radique la esperanza que hoy anima a los peruanos.