Maite  Vizcarra

Llega el 2024 y cada vez más estamos en el meollo mismo de lo que significa vivir en el siglo XXI. Ya no hace falta recurrir a visiones imaginarias de cómo es vivir en un tiempo que la ciencia ficción proyectaba como muy lejano. Pues en los últimos años hemos vivido una pandemia cruenta y un confinamiento global. Y estamos viviendo una combustión climática, guerras globales de nuevo cuño y eso que la inteligencia artificial recién asoma la nariz.

Desde el 2020, la sensación mundial de aceleración de los procesos nos indica que el futuro no está allá en un punto afuera. El futuro está aquí y ahora. Entonces, aparece como más urgente la decisión consciente de tratar de modelarlo. No en vano, en el 2024 las Naciones Unidas realizarán la Cumbre del Futuro, como una respuesta a la aparición de escenarios no deseados que nos revientan en la cara, o mejor aún, para identificar esas situaciones tan inimaginables e imprevisibles que pueden trastornar la vida de todos por la alta incertidumbre a la que nos someten –y a las que técnicamente se las llama ‘cisnes negros’–.

Y ese mundo vertiginoso también se siente aquí en el Perú, gracias a una globalización que nos hermana con la humanidad en lo bueno y malo. Pese a ello, la agenda pequeña, la coyuntura nos distrae y nos somete a la incertidumbre con más disciplina que en muchas otras partes del mundo.

La pandemia nos demostró que nuestra concepción de lo ‘público’ era inoperante. Y que aún queriendo ser eficiente una superestructura de ineficacia nos lo impidió. Pero, al mismo tiempo, esa pandemia del COVID-19 dio espacio a una inusitada digitalización de la vida de muchas personas en el país, mostrando que la adopción de tecnología no era tan inalcanzable.

Ya muchos han destacado que el 2024 será un año decisivo para saber si romperemos la racha de gobiernos exiguos que se quiebran en su continuidad institucional con tremenda simpleza. En ese sentido, Álvaro Henzler, quien preside la Asociación Civil Transparencia, anunció estos días que se “han puesto como meta en el 2024 construir un laboratorio de innovación abierto ciudadano para fortalecer la democracia en el Perú que priorice desafíos estratégicos en función de su impacto y esfuerzo”. Hace bien Transparencia al proponer un espacio propio de este siglo en el que se capitalice esa adopción digital que nos dejó el encierro del COVID-19, pero que, sobre todo, capitalice ese nada desdeñable 61% de peruanos de entre 18 y 24 años que se interesan por jugar el partido de la ‘cosa pública’. Y con ilusión.

Los que trabajamos con la innovación tecnológica entendemos por ‘laboratorio’ algo similar a los lugares en lo que los científicos crean o experimentan con nuevo conocimiento en base a sus hallazgos. Un laboratorio de innovación también ayuda a probar, experimentar y diseñar cosas, con conocimiento sistemático, pero sobre todo, con mucho conocimiento tácito que es necesario evidenciar.

Por eso, en los laboratorios de innovación no hay científicos sino gente común, pero que quiere romper la inercia y ‘hackearla’, encontrando el lado flaco, la rendija por la que se puede introducir el cambio y subvertir la situación.

Por eso, en los laboratorios, como el que describe Henzler y que veremos en el país en el 2024, es factible replantear la idea misma de lo que significa vivir en democracia, dándole un sentido más actual y tangible que la mera retórica.

En tiempos de inteligencia artificial (IA) y de situaciones cada vez más verosímiles como partidos políticos organizados por la IA –en Dinamarca ya existe el Partido Sintético– nos merecemos modelar la democracia de este tiempo: una en la que gracias a esa digitalización que nos permitió sobrevivir al encierro del COVID-19, podamos definir cómo solucionar nuestros problemas de manera activa y sin tantos costos de transacción.

Tal vez la resultante sea una democracia que sintetice lo que quieren todos los peruanos del siglo XXI. Total, la digitalización permite hoy niveles tan increíbles de personalización y conversaciones uno a uno con robots –Chat GPT, por ejemplo– que, probablemente, logremos encontrar el ‘Yape’ de la democracia.

Y será un esfuerzo que tendré el honor de liderar, junto con un distinguido grupo de profesionales, ya mismo.

Maite Vizcarra es Tecnóloga, @Techtulia

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