Una impactante noticia de los últimos días es la de los presuntos sobornos de entre US$16 millones y US$18 millones que habría recibido la ex pareja presidencial, Ollanta Humala y Nadine Heredia, junto con el entonces ministro de Transportes, Carlos Paredes, del ‘club de la construcción’. Pero bien vistas las cosas, ni es impactante, ni es noticia. Hace más de un año apareció la misma información: colaboradores de la fiscalía declararon que Paredes había recibido US$17 millones de esa asociación delictiva (El Comercio, 30/1/19).
José Paredes, un militar retirado de la promoción de Humala, hermano de Carlos Paredes, era un intermediario con el ‘club de la construcción’ y llevaba el efectivo a Palacio, según lo declarado por los colaboradores. Pero en cierto momento la relación se quebró, al parecer porque Nadine creyó que no le daban todo lo que le correspondía y despidió al entonces ministro de Transportes.
Los colaboradores brindaron sus testimonios a la fiscalía entre octubre y diciembre del 2018. Estamos en febrero del 2020. Lo realmente impactante es que en todo este tiempo no haya sucedido nada relevante y los Humala Heredia sigan frescos como lechugas.
En este caso, según la fiscalía, se trata de millonarias coimas para conseguir obras del Estado. No cabe duda alguna de que se trata de delitos muy graves. Las versiones de los colaboradores coinciden en que los destinatarios de parte del dinero eran Humala y Heredia. Sin embargo, han transcurrido más de 17 meses y la fiscalía se mueve con pies de plomo, a pesar de que Germán Juárez no es un magistrado servil.
Para lo que sí son rapidísimos es, por ejemplo, para buscar aportantes falsos en las campañas de Keiko Fujimori. Han invertido enormes recursos y mucho tiempo hurgando en todos los rincones del país para descubrir que Fulano y Zutano no depositaron lo que el partido dice que aportaron. En realidad, casi todos los aportantes declarados en todas las campañas por todos los partidos son falsos. Esa ha sido una práctica generalizada y no estaba penada por la ley. Si hicieran lo mismo con otros grupos políticos obtendrían idénticos resultados. Pero solo lo hacen con uno y han vuelto a encarcelar a Fujimori.
Por supuesto, no es coincidencia ni casualidad que persigan y encarcelen a quien no fue gobierno, mientras arrastran clamorosamente los pies en un caso que se cae de maduro. Pero no es extraño si se considera que Fujimori es una adversaria a quien el presidente Martín Vizcarra busca destruir, mientras Humala y Heredia son sus aliados, parte de la coalición que lo respalda. Muchos exfuncionarios de su gobierno han sido reclutados por Vizcarra –la última, Susana Vilca– por recomendación de los humalistas.
Y los allegados al humalismo –incluyendo a políticos, periodistas que fueron muy cercanos, intelectuales y académicos favorecidos con consultorías, ONG, etc.– respaldan entusiastamente a Vizcarra, lo aconsejan y defienden.
Lo del ‘club de la construcción’ es solo uno de los casos que involucran a los Humala Heredia. Otro es el del Centro de Convenciones de Lima construido por OAS por unos S/540 millones, donde también intervino Nadine Heredia (El Comercio, 8/2/20). Esta información es también conocida desde el año pasado. También se sabe de la relación de Heredia con OAS desde antes del 2011, cuando le pagaban miles de dólares mensuales a través de un testaferro, una íntima amiga suya.
Y, por supuesto, la relación con Odebrecht. Los fiscales adictos al Gobierno y el procurador pactaron un acuerdo con esa empresa en la que no reconocía ni un soborno en ninguna obra durante el gobierno de los Humala Heredia, a los que ellos entregaron directamente, según declararon, US$3 millones para la campaña del 2016. Los acuciosos fiscales que persiguen hormigas –aportantes falsos– dejaron escapar al elefante. ¿Alguien puede creer que los únicos a los que no coimearon los de Odebrecht son los Humala Heredia, que, según la fiscalía, recibieron sobornos del ‘club de la construcción’ y OAS? ¿Alguien puede creer que ‘Princesa’, quien recibió coimas por el gasoducto, es un abogado fallecido?
En estas circunstancias es incomprensible que algunos abogados estén dedicados a glorificar a Vizcarra y sus fiscales y no digan nada sobre una corrupción tan grave e innegable como la de Humala y Heredia.
La pregunta del título es pertinente. Vizcarra no tiene lealtades con nadie y, si bien los ha sostenido hasta ahora, podría dejarlos caer en cualquier momento. Para eso tendría que asegurarse de que los humalistas lo seguirán sirviendo a él sin importar el destino de sus antiguos jefes. Cosa que, por supuesto, es posible.