No se trata de “Todos los hombres del presidente”, como el famoso relato de Bob Woodward y Carl Bernstein sobre el entorno de truhanes de Richard Nixon. Más modestamente, como corresponde a nuestro pequeño país, se trata del hombre de la pareja presidencial, Martín Belaunde Lossio (MBL). Pero hay que reconocer la particular propensión tanto de Nixon como de la pareja a rodearse de pícaros.
La lista de las relaciones dudosas y equívocas de nuestros gobernantes no es corta e incluye, además de MBL, a Adrián Villafuerte, Juan Carlos Rivera Ydrogo (‘Chocherín’), Óscar López Meneses, Eduardo Roy Gates, Daniel Urresti y otros.
Aunque han intentado negarlo, MBL fue una de las personas más allegadas y de más confianza de la pareja presidencial, tanto por su comprobada participación en las campañas del 2006 y del 2011, como por los vínculos de negocios, que incluyen las fabulosas consultorías que otorgó a Nadine Heredia, como las relaciones empresariales con familiares muy cercanos a la primera dama.
Por eso la fuga de MBL a Bolivia no ha hecho sino reforzar las sospechas de que el prófugo tenía protección de las más altas esferas. Por si fuera poco, las contradicciones e incongruencias de las versiones oficiales no han hecho sino engrosar las suspicacias.
Para variar, el incontinente ministro del Interior, Daniel Urresti, volvió a mentir cuando dijo que las declaraciones del fiscal de la Nación, Carlos Ramos Heredia, impedían capturar a MBL. Falso. Cuando Ramos Heredia refirió eso, MBL ya había pedido protección a la Comisión Nacional de Refugiados (Conare) de Bolivia y su caso estaba en estudio, así que no podía ser apresado. Y lo había hecho el 15 de diciembre. Eso lo sabía la policía peruana y lo sabía Urresti, que no puede dejar pasar una ocasión para aparecer en los medios de comunicación profiriendo embustes.
Además, MBL pudo iniciar ese trámite tranquilamente porque no tenía orden de captura en Bolivia.
Era falso, entonces, lo afirmado por Urresti en el sentido de que estaban a punto de detener a MBL. Mientras la Conare boliviana no decida su suerte, no se lo puede apresar. A menos, claro, que Urresti envíe a los muchachos ‘pulpín’ del grupo Terna como agentes encubiertos y traigan a MBL al Perú, a la manera como el Mossad israelí secuestró a Adolf Eichmann en Argentina en 1960.
Al parecer la huida e intento de asilo de MBL ha sido un plan alternativo al que vino trabajando, con la complicidad del gobierno, de acogerse a la colaboración eficaz en el Caso Áncash y librarse de todas las otras acusaciones, sin ir a prisión.
En efecto, luego de la salida de los procuradores Christian Salas y Yeni Vilcatoma y su valiente denuncia de que el gobierno, a través del asesor Eduardo Roy Gates y del ministro de Justicia, Daniel Figallo, estaban tratando de conseguir la colaboración eficaz para MBL, el prófugo buscó otra vía de escape –al quedar desbaratada esa maniobra–, y buscó refugio en Bolivia para intentar evadir la orden de prisión preventiva que pesa sobre él.
Un tema interesante es cómo MBL pudo permanecer oculto siete meses desde que se dictó orden de captura contra él, en mayo, y pasar tranquilamente a Bolivia. MBL tiene muchas habilidades, pero entre ellas no está la de tener una amplia infraestructura para permanecer escondido. Tampoco la tenían sus compinches en uno de los casos, Rodolfo Orellana y Benedicto Jiménez, que cayeron con relativa facilidad, uno escondido en la casa de su ex cuñada en Colombia y otro en la vivienda de sus suegros en Arequipa, tratando de viajar en ómnibus. Menos posibilidades tenía MBL, que no está acostumbrado a la clandestinidad, ni tiene una red de cómplices curtidos y habituados a vivir ocultos. Sus destrezas son otras. ¿Tenía protección de alto nivel? El tiempo lo dirá.
Ahora se abre un abanico de posibilidades, desde que Ollanta Humala negocie con Evo Morales el asilo –que no sería gratis– hasta que el prófugo sea entregado a la justicia peruana, pasando por una nueva evasión de MBL a otro país. En cualquier caso, la pareja presidencial usará todos los resortes del poder para persuadir a MBL de mantener el silencio de la ‘omertà’, el pacto mafioso del mutismo y el encubrimiento.