Iván Alonso

Entre los entendidos reales y presuntos en materia de ha ganado cierta popularidad la pensión por consumo. La idea es que una parte del que uno paga en cada compra vaya directamente a su fondo de pensiones. Supuestamente, en este país con tanta informalidad, donde no todo el mundo está en planilla todo el tiempo, el aporte de un punto porcentual del IGV es una buena alternativa para la mayoría.

Agarre usted lápiz y papel. Por cada S/100 que gasta, paga S/15,25 de IGV. ¿Cómo, no era el 18%? Sí, justamente: compre algo de S/84.75 y súmele el 18%, que son S/15.25; ahí están sus S/100. Ahora, si el 18% es igual a S/15,25, cada punto porcentual es igual a S/0,85. Eso es lo que iría a su fondo por cada S/100 de consumo. En otras palabras, el aporte a su fondo de pensiones será de 0,85% de sus gastos de consumo; o sea, la décima parte de lo que se aporta por planilla actualmente (a la larga, el consumo y los ingresos no pueden ser muy distintos entre sí). ¿Cómo se va a construir así una pensión?

La idea es más fantasiosa todavía. Nuestro cálculo supone que todos los gastos de consumo están gravados con el IGV. Pero más de la mitad está exonerada. Los alimentos frescos están exonerados –mejor dicho, la gente que los compra–. El menú y la ropa que se vende en el mercado están exonerados. Cuanto más pobre e informal es la gente, menor es la fracción de su gasto familiar que paga IGV.

El aporte por IGV no solamente sería regresivo –beneficiaría más a la gente con mayores ingresos, que seguramente ya está aportando por planilla–, sino injusto. ¿Por qué a una persona en edad de trabajar se le devuelve una parte de su IGV, pero no a un jubilado? ¿Por qué al aficionado a los relojes sí, pero al aficionado a los libros no?

Hay políticos que acaban de descubrir la pólvora y ya están anunciando una gran reforma –en beneficio de los pobres, por supuesto– con aportes por consumo. Lo mínimo que se puede decir es que no han hecho la matemática. Pero, más allá de las deficiencias de esta propuesta, cabe preguntarse qué sentido tiene idear nuevas formas de aporte a los fondos individuales de pensiones si el Congreso va a seguir aprobando retiros anticipados.


*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Iván Alonso es Economista