Nueve de cada diez peruanos cree que la crisis política que vivimos lo perjudica directamente, ya sea porque afecta su economía familiar, aumenta la inseguridad ciudadana, dificulta su acceso y la calidad de los servicios públicos, limita sus oportunidades de trabajo y deteriora aún más su confianza en los políticos y en la democracia como sistema de gobierno. Los peruanos están identificando claramente que la política tiene un impacto en su calidad de vida y en su futuro, y para el 70% la causa de la crisis política es la corrupción (Ipsos Perú 2024, IDEA Internacional).
¿Cómo logramos salir de la crisis en la que nos encontramos en un entorno tan precario, con altísima informalidad y fragilidad democrática? ¿Cómo acabamos con los altísimos niveles de ilegalidad que ponen en riesgo nuestra integridad y la posibilidad de desarrollarnos libremente? ¿Cómo paramos la enorme corrupción y la impunidad con la que operan en el Perú delincuentes y políticos (valga la redundancia) todos los días?
¿Cuál es nuestra responsabilidad como líderes en un país donde aproximadamente 10 millones de peruanos viven en pobreza? ¿Podemos quedarnos callados sabiendo que en el Perú el 98% de los establecimientos de salud de primer nivel no tiene una capacidad instalada adecuada y solo el 50% tiene un médico? ¿Donde solo 19 de cada 100 niños de segundo de secundaria entienden lo que leen y solo el 12% puede resolver problemas matemáticos?
No podemos seguir sosteniendo una clase política corrupta que no representa los intereses de los ciudadanos, que se enriquece indebida y flagrantemente, y que está destruyendo lo poco que habíamos avanzado.
Los peruanos quieren una nueva clase política y para ello quieren participar en la selección de los candidatos, quieren que el Congreso se renueve cada dos años y medio, y quieren, además, que se prohíba la postulación de aquellos con denuncias penales (Ipsos Perú, 2024). Pero el Perú no solo necesita un recambio de los políticos; necesita cambiar sus instituciones (las reglas con las que operamos), porque las que tenemos fomentan la corrupción, el mercantilismo y los privilegios.
Necesitamos levantar la voz e impulsar reformas que mejoren la calidad de vida de los peruanos que no tienen voz. Los líderes empresariales en el país tienen que comenzar a asumir liderazgos sociales. Porque liderar requiere reconocer que, a mayor poder, mayor responsabilidad.
¿Qué podemos hacer? Desde la empresa, establecer políticas de pago diferenciadas a proveedores, ayudar a las mypes a mejorar su productividad, no tolerar la corrupción y denunciarla sin miedo, impulsar realmente la diversidad (no solo por márketing), invertir en obras por impuestos para lograr reducir las enormes brechas en acceso a servicios públicos y vivienda, financiar ‘think tanks’ que propongan reformas de políticas públicas que transformen el país y a aquellas asociaciones que promueven la ciudadanía, la democracia y la formación. Además, buscar que se modifiquen las leyes que impiden el financiamiento privado de políticos y partidos, y financiarlos, ahora sí, públicamente. Como líderes, no debemos callar frente al abuso y debemos comprarnos los pleitos que nos permitirán construir un mejor país.