Maite  Vizcarra

El martes se estableció bajo el alero de la Cámara de Comercio de Lima un espacio de futuro, plural y activo, que se orienta a ser una plataforma de referencia para aprovechar los beneficios de una tecnología tan disruptiva como la y dejar de lado los temores y riesgos que acompañan su ‘soft landing’ en el Perú. El Comité de Transformación Digital e Inteligencia Artificial de esta institución ha empezado con una prometedora lista de acciones que pretende ser prontamente una hoja de ruta que será entregada al país y a los principales actores involucrados con su despliegue, y en una nota de aporte trascendente.

Como he mencionado anteriormente , tengo el honor de ser parte de la referida comisión y, por ello y sin ánimo de adelantar a mis colegas en la tarea de perfilar una agenda nacional de la IA, comparto algunas sugerencias para que ese encargo empiece a acelerar el perfil.

Hay cierto consenso global en que la IA tendrá un impacto claro en ciertos espacios de la vida moderna tales como el Estado y su estructura, la participación política y la democracia per se, la educación, la salud, el trabajo y la productividad. Así que trataré de deslizar cuáles son las preguntas que pueden guiar esa hoja de ruta en algunos de estos aspectos y así dejarles el resto de la tarea a mis otros compañeros:

La IA y el futuro de la democracia. Pasa por entender que esta tecnología puede potenciar dramáticamente la participación ciudadana no solo en la vigilancia, sino también en la posibilidad de “cogobernar”.

Por ejemplo, la IA no solo promete un análisis más profundo de las regulaciones que puede emitir el Congreso o los órganos pertinentes, sino también la creación de canales innovadores para detectar violaciones regulatorias y combatir la corrupción –¡aleluya!–. En ese sentido, seremos colegisladores en gran medida. Y también será posible generar espacios de decisión de manera continua y permanente.

La IA y el futuro del Estado. Ahora que se han puesto de moda los discursos anarquistas que piden que “muera el Estado” a viva voz, la IA tiene que ser un arma para mejorar la eficacia en la prestación de los servicios públicos. Ello, al mismo tiempo, supone el reto de hacer más transparente la manera en la que el Estado usará esta tecnología.

Cómo hacer más transparente el uso de algoritmos por parte del Estado y que esto sea explicado de manera clara a la ciudadanía será tal vez una exigencia para garantizar la transparencia en el uso de los algoritmos que luego los ciudadanos puedan comprender y, de ser el caso, apelar las decisiones tomadas sobre la base de ellas.

La IA y el futuro de la educación. ¿Cómo alfabetizar de manera adecuada sobre la IA? ¿Deberemos incluir su capacitación desde la educación básica hasta la formación avanzada en capital humano?

La IA y el empleo del futuro. En un país con un empleo básicamente informal y con una mayor proporción de subempleo, ¿de qué manera puede la IA ayudar a redefinir el trabajo? ¿Cuál será el papel de los sindicatos? ¿Cómo influirá la IA en la contratación y selección de personal? ¿Habrá espacio para ella en ese tipo de decisiones? Y, aunque es inevitable, ¿podrá la automatización mediante la adopción de la IA exacerbar la desigualdad? ¿Qué tipo de medidas de compensación será necesario plantear?

El martes último la Cámara de Comercio de Lima ha dado un pequeño gran paso en la historia del siglo XXI en el Perú. Toca apuntalar este esfuerzo y todos los que luego se sumen para acercarnos a un futuro mejor para cualquier persona en nuestro país y evitar a toda costa que se instauren brechas sociales que podrían ser irreversibles.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Maite Vizcarra es tecnóloga, @Techtulia

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