De todos los disparates que se dijeron en el primer debate presidencial del Partido Republicano de Estados Unidos el 23 de agosto, la medalla de oro al populismo barato debería ir al precandidato Ron DeSantis por prometer una invasión militar a México para terminar con los cárteles de la droga.
DeSantis, el gobernador de Florida y segundo en las encuestas republicanas detrás del expresidente Donald Trump, quien no participó en el debate, dijo que enviaría tropas a México el “primer día” de su mandato.
Según señaló, esa idea –que había sido sugerida antes por el propio Trump– ayudaría a detener el flujo de fentanilo, el opio sintético que está causando decenas de miles de muertes en Estados Unidos.
Sin embargo, hay sobradas razones para creer que un ataque militar estadounidense sin el consentimiento de México sería contraproducente, por razones que van mucho más allá de la memoria colectiva de los mexicanos sobre la invasión estadounidense de 1916.
En primer lugar, lo más probable es que México respondería a un ataque militar expulsando a la DEA y a otras agencias estadounidenses que operan en su territorio. Eso resultaría en un aumento de la producción y el contrabando de fentanilo.
En segundo lugar, México también cortaría sus programas de cooperación con Washington en materia migratoria. Bajo los acuerdos bilaterales actuales, México usa su Guardia Nacional para frenar a migrantes centroamericanos y de otros países antes de que crucen la frontera con Estados Unidos, y permite a los solicitantes de asilo esperar en México mientras se tramitan sus papeles migratorios en Estados Unidos.
En tercer lugar, un ataque militar estadounidense afectaría el comercio en la frontera y perjudicaría a la economía estadounidense. Aunque muchos no lo saben, México superó en julio a China como el mayor socio comercial de Estados Unidos.
Si el comercio a lo largo de la frontera se paraliza por un conflicto entre los dos países, los precios de los automóviles en Estados Unidos se dispararían, porque muchos vehículos y repuestos se importan de México.
En cuarto lugar, una invasión estadounidense a México dejaría en ridículo las críticas de Washington a Rusia por su invasión a Ucrania.
“Cualquier presidente mexicano, ya sea el actual o cualquiera de sus predecesores, reaccionaría terminando los acuerdos de cooperación”, me dijo el excanciller mexicano Jorge Castañeda.
Rebecca Bill Chávez, presidenta del centro de estudios Diálogo Interamericano y exfuncionaria del Departamento de Defensa de Estados Unidos, está de acuerdo. “México, entre otras cosas, dejaría de hacer nuestro trabajo sucio en materia de migración”, me dijo.
Pero, por más loco que parezca, la idea de una invasión a México se está convirtiendo en un grito de guerra cada vez más fuerte de la campaña republicana. Durante su mandato, Trump sugirió más de una vez bombardear a los cárteles de la droga mexicanos con misiles, según un libro de su exsecretario de Defensa Mark Esper, quien dice que rechazó la idea. A principios de este año, Trump discutió con sus asesores el envío de “fuerzas especiales” y el uso de “guerra cibernética” para atacar a los cárteles si es reelegido, según reportó Politico.com.
Irónicamente, bombardear los laboratorios mexicanos de fentanilo sería casi inútil, dice la mayoría de los expertos en seguridad.
El contrabando de fentanilo continuará mientras siga subiendo la demanda en Estados Unidos. Además, bombardear los cruces fronterizos sería inútil, porque la mayor parte del fentanilo entra a Estados Unidos por puertos y aeropuertos.
Uno de los pocos aspirantes republicanos que hablaron como un adulto en el debate presidencial fue el exvicepresidente Mike Pence.
Tomando distancia de la idea de invadir México, sugirió que Estados Unidos debería aplicar “presión económica” a México y aumentar la cooperación con el ejército mexicano para destruir a los cárteles de la droga.
No me hago muchas ilusiones de que Trump, DeSantis y otros demagogos republicanos abandonen su ‘machopopulismo’ en el corto plazo. Los llamados a invadir militarmente a México son más fáciles de entender y generan más votos que los sesudos estudios que proponen una mayor cooperación bilateral.
Pero el peligro es que, si la demagogia populista de los aspirantes republicanos contra México sigue subiendo de tono, cada vez más gente se creerá el cuento.
Hay que denunciar la idea de una invasión a México antes de que este disparate de Trump y DeSantis se convierta en una política oficial de la campaña republicana.
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