Paul Keller

El conflicto entre y en Gaza amenaza la unidad de la ) como pocas otras crisis en los tiempos modernos y en un momento en el que la solidaridad en Occidente es más urgente. Con sus 27 países miembros, nunca iba a ser fácil mostrar un frente unido, pero eso es justo lo que se necesita si la UE quiere refutar las acusaciones de algunos de sus propios miembros de que Europa sufre de un sesgo inherente a favor de Israel, por lo que puede diferenciarse de Estados Unidos y actuar como un defensor creíble de la paz en la región.

Si bien nadie puede culpar a la UE por apoyar el derecho de Israel para defender su pueblo legalmente después del ataque atroz de Hamas, estas declaraciones de apoyo han socavado la autoridad de la UE como defensora del derecho internacional en la protección de los inocentes de Gaza. La falta de consenso también podría costarle a la UE un papel significativo en las conversaciones sobre el futuro de la región. Y aunque hasta ahora unas 7.000 personas han sido asesinadas en Gaza, también hay razones internas urgentes para resolver la crisis: Europa se enfrenta a la perspectiva de una afluencia masiva de refugiados palestinos y a los temores de un aumento de los crímenes de odio entre los partidarios pro-palestinos y pro-israelíes.

A diferencia de las crisis sobre Ucrania o el ‘brexit’ que unificaron a los estados de la UE, la guerra entre Israel y Hamas ha puesto de manifiesto profundas divisiones históricas entre los países europeos. Por lo tanto, si bien la elaboración de una posición coherente y creíble sobre la guerra entre Israel y Hamas es una necesidad desesperada, también es un acto de equilibrio precario. Mientras Europa y el Reino Unido buscan relanzar un proceso de paz que ofrezca a Israel y a los palestinos una solución de dos estados, los lazos históricos solo han fortalecido la voluntad de Alemania y Gran Bretaña de apoyar el derecho de Israel a tomar represalias contra Hamas. Ya en 1917 los británicos expresaron su apoyo al establecimiento de un “hogar nacional para el pueblo judío” en Palestina. Alemania, por su parte, está ligada a Israel por su culpa por el Holocausto.

Como una de las principales fuerzas en Europa, la postura de Alemania no encaja bien con países históricamente pro-palestinos como España o Irlanda. La propia UE es el mayor socio comercial de Israel, lo que dificulta reivindicar una posición equilibrada dados sus intereses comerciales creados. La propia presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, fue criticada por expresar un fuerte apoyo a Israel durante un viaje al país de unos 80 funcionarios de la UE, pues no pidió con suficiente firmeza a las autoridades israelíes que respetaran el derecho internacional en sus operaciones de represalia. Mientras tanto, el intento fracasado en Francia de prohibir las marchas pro-palestinas proporcionó aún más evidencia a los críticos de que los líderes de la UE favorecen a Israel.

La UE ha tratado de hacer frente a estas acusaciones de parcialidad instando a Israel –hasta ahora en vano– a moderar su respuesta a los terribles ataques que mataron a 1.400 israelíes, uniéndose a Washington en los llamamientos a un alto al fuego humanitario. Por otro lado, la UE se ha distanciado del intento mal concebido del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, de vincular la invasión de Ucrania por parte del presidente ruso, Vladimir Putin, con el ataque de Hamas a Israel, calificando a ambos de intento de destruir la democracia. Los funcionarios europeos con los que hablé dicen que las diferencias significativas entre las situaciones en Gaza y Ucrania hacen que esa comparación sea inexacta. Es una advertencia oportuna a la UE de que debe mantener su reputación como un “intermediario honesto” en la región si quiere desempeñar un papel significativo en la prevención de una confrontación regional más amplia.

Entonces, ¿puede Europa convertirse en una voz creíble para tratar de resolver el conflicto entre Israel y Hamas, sin ser ahogada por opiniones altamente polarizadas en casa o por acusaciones árabes de que todo lo que dice está desacreditado por sus lazos históricos con Israel? La esperanza debe ser que, frente a toda la carnicería en Gaza, surja una postura creíble por necesidad, que permita a la UE defender la soberanía del derecho internacional y la primacía de la vida humana, dos de sus principios fundacionales. Lo que está en juego es la capacidad de las democracias liberales para demostrar integridad ética frente a las amenazas a la sociedad civilizada en todas partes, un compromiso que se remonta al consenso nacido de los terrores de la Segunda Guerra Mundial.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Paul Keller es Excorresponsal de la BBC