¿Qué tienen en común los ataques recientes contra buques comerciales en el océano Índico y el mar Rojo, la toma hostil del Líbano por Hezbolá, las incursiones con drones en ciudades ucranianas, la guerra de Hamas contra Israel, los ataques de las milicias iraquíes contra bases norteamericanas y la explosión del 26 de diciembre en Nueva Delhi?
Conectando los puntos se revela una imagen clara del régimen de los ayatolás en Irán. Todos estos esfuerzos violentos son actividades terroristas patrocinadas por el Estado de la República Islámica de Irán. Sus líderes no ocultan su hostilidad hacia el mundo libre y democrático y no rehúyen los medios más violentos para propagar su ideología totalitaria, hasta esforzarse incansablemente para armarse con armas nucleares.
El mundo libre no puede elegir a sus enemigos. Son los enemigos los que eligen imponerse a través de sus agresiones. Negarse a reconocer el profundo conflicto entre los valores del mundo libre y la ideología promovida por el régimen islamista radical de los ayatolás en Irán no hará que desaparezca. Nos guste o no, este conflicto ha sido impuesto unilateralmente por Irán a los pueblos y naciones, que, de otra manera, compiten por la tolerancia y la coexistencia.
Israel está condenado a desempeñar mucho más que el mero rol de chivo expiatorio en esta fatídica lucha mundial. Israel es el principal representante del mundo libre en una región devastada por la guerra, donde Irán está profundamente involucrado en todos los conflictos. Israel se mantiene firme en la primera línea del mundo libre enfrentado a las amenazas de los fundamentalistas. Si Hamas, Hezbolá, los hutíes y todos los otros agentes iraníes consiguieran imponerse, la vía hacia el Mediterráneo y la Europa continental quedaría despejada para su próxima etapa agresiva.
Irán e Israel están separados por los territorios inmensos de Irak, Siria y Jordania, con Jerusalén a unos 1.500 km de Teherán. Israel no tiene animosidad alguna hacia el pueblo iraní. De hecho, israelíes e iraníes mantuvieron sólidas relaciones en el pasado, un hecho que recuerdan con cariño muchas personas de ambos países, que estarían encantadas de reanudarlas. Por otra parte, el autoproclamado patrocinio artificial de la causa palestina por parte de los ayatolás suele ser criticado por muchos iraníes.
Pero, a diferencia del pueblo iraní, los ayatolás y sus aliados sí comparten una cosa con muchos partidos palestinos: su antisemitismo y odio hacia Israel, unidos por el deseo común de erradicar el único Estado judío.
La guerra actual comenzó con el ataque de Hamas contra Israel desde la franja de Gaza, el 7 de octubre. No obstante, Irán la intensificó hasta convertirla en un conflicto con múltiples frentes, provocando ataques de Hezbolá desde el Líbano, de las milicias sirias e iraquíes, las agresiones de los hutíes desde Yemen contra las rutas comerciales marítimas en el océano Índico y el mar Rojo, y de los piratas informáticos iraníes que provocan ciberataques en todo el mundo, como el que afectó recientemente a Albania.
Puede que Israel esté en la primera línea de la guerra actual, pero la guerra está lejos de ser solamente contra Israel. Se trata de luchar por nuestros valores compartidos de democracia, libertad y derechos humanos contra las fuerzas que promueven el fundamentalismo y la opresión. Se trata de asegurar el futuro del mundo libre.