El ex gobernador regional de Lambayeque, Yehude Simon, fue detenido esta semana por su implicación en el Caso Odebrecht.
El ex gobernador regional de Lambayeque, Yehude Simon, fue detenido esta semana por su implicación en el Caso Odebrecht.
Fernando Rospigliosi

es uno más de los dirigentes izquierdistas que llegó a un cargo público y hoy tiene graves acusaciones de corrupción en su contra. Se suma a una larguísima lista que incluye a (Cajamarca, sentenciado y prófugo), (Cusco, hoy en su casa en Lima por la incapacidad de la fiscalía de presentar la acusación), (sentenciado y libre), (prisión preventiva) y un extensísimo etcétera.

Yehude Simon fue diputado de Izquierda Unida en el período 1985-1990 y fue parte del brazo legal del MRTA. Detenido en 1992, , pero en el 2000, gracias a las persistentes gestiones del director de una ONG de derechos humanos, la Comisión de Indultos recomendó su liberación con el argumento de que era un inocente injustamente sentenciado.

Probablemente no es cierto que fuera inocente, pero es verdad también que en la cárcel cambió y abandonó el radicalismo. Después de su liberación reemprendió su carrera política como un moderado y conciliador. Fue dos veces gobernador de Lambayeque (2003-2008), presidente del Consejo de Ministros con (2008-2009) y congresista (2011-2016). Se le acusa de haber recibido para su reelección como gobernador. Los aportes de campaña no eran ilegales, pero él era funcionario público en ese momento. Su caso es discutible y no será fácil probar que cometió un delito, pero los ineptos fiscales, incapaces de formular acusaciones y obtener condenas, sí pueden encarcelar preventivamente a quien les da la gana y conquistar el aplauso de la galería.

Naturalmente, las izquierdas no tienen el monopolio de la corrupción. Pero son las izquierdas las que por décadas se han jactado de ser honestas y consecuentes luchadoras contra ese flagelo. Ahora se entiende que el asunto es que no habían tenido la oportunidad, pero cuando la agarran, la aprovechan muy bien.

Un factor que ha contribuido a difundir la corrupción es el colapso de los partidos políticos. No es que no hubiera corrupción cuando existían partidos, había, pero no estaba tan extendida como ahora, cuando los cargos políticos, desde los más grandes a los más pequeños, son ocupados por caudillos que no han hecho una carrera en un partido, a los que ni su organización ni el público pueden evaluar y filtrar. Esa es una de las razones por las que la corrupción, que nunca fue pequeña en el Perú, se haya desbordado.

Otra es, sin duda, el descalabro del sistema judicial. Así como la masificación de las escuelas y universidades públicas llevó a un desplome de la calidad, en el sistema judicial masificado se ha hundido no solo la capacidad, sino la honestidad.

El reemplazo del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM) –corrompido y controlado, según se ha revelado últimamente, por propietarios de universidades de baja calidad y a la vez dueños de partidos políticos– por la Junta Nacional de Justicia (JNJ) no va a cambiar el sistema.

La JNJ probablemente no será tan corrupta como era el último CNM, aunque no hay que olvidar que los primeros CNM tampoco lo eran. Y no es una buena señal tener como presidente de la JNJ a un exministro de Justicia de Ollanta Humala, que hasta hace no mucho tiempo firmaba comunicados de respaldo y visitaba en prisión para apoyar a su exjefe sobre el que pesan gravísimas denuncias de corrupción. ¿Será imparcial a la hora de calificar a jueces y fiscales? ¿O será duro con los que no se doblegan ante un gobierno asociado con el humalismo y benévolo con los adictos al Gobierno?

La descentralización también ha ayudado a que la corrupción se extienda ().

Cuando se inauguró el gobierno de , con César Villanueva como primer ministro, muchos intelectuales y analistas izquierdistas elaboraron alambicadas teorías sobre lo positivo de la renovación de la política con dos exgobernadores regionales dirigiendo el Perú. Puras necedades. Han hecho un pésimo gobierno y Villanueva está preso por presuntamente haber recibido una coima de Odebrecht por una obra, no un aporte de campaña. Vizcarra, arropado por su inmunidad y popularidad no es procesado todavía.

No se trata de limeños o provincianos, izquierdistas o derechistas, como es evidente hoy. La corrupción está enquistada en todas partes, en todas las tendencias y grupos políticos. Parafraseando un viejo principio marxista, cada quien roba todo lo que alcanza de acuerdo a sus posibilidades. Presidentes de la República, gobernadores regionales, alcaldes provinciales y distritales, congresistas, funcionarios públicos, etc., saquean el erario público tanto como pueden.

Con este gobierno y este Congreso hay pocas posibilidades de cambio.

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