ROSSANA ECHEANDA

Periodista

Nada le agrega ms dao a las vctimas y a la causa contra los pederastas y todo tipo de acosadores sexuales que quienes hacen denuncias falsas de estos delitos. Jugar irresponsablemente con ambigedades o mentiras abiertas para involucrar a quien se quiere perjudicar con este aborrecible delito tiene consecuencias tan graves como injustas.

Primero, porque por ms que demuestre su inocencia, el acusado difcilmente podr quitarse de encima el terrible mote de acosador o de pederasta. Si, adems, su nombre ha sido hecho pblico en los medios de comunicacin y en las redes sociales que son tan giles en estos asuntos, puede dar por descontado que deber soportar la sospecha generalizada, pues no faltar quienes guarden alguna duda sobre su comportamiento. La opcin prudente del resto ser la de mantener lejos a esa persona, por si acaso.

Si fuera un maestro, por ejemplo, podr seguir sindolo? No es altamente probable que, aunque se haya demostrado su inocencia, los padres prefieran que sea otra persona la que est al frente de la clase de sus hijos? Lo contratarn en otro colegio con esa mcula en su expediente?

Segundo, demostrada la inocencia del acusado, la falsa denuncia quitar peso a las verdaderas que lleguen despus. De esta manera, los casos que s deberan sancionarse con toda severidad podran tambalear y permitirse as que sigan en libertad delincuentes peligrosos.

La ley protege al ciudadano de las acusaciones falsas, mucho ms cuando se trata de tan espantoso delito. Para estos casos, el Cdigo Penal peruano sanciona hasta con tres aos de crcel a quien difama a otro.

En ese lamentable juego cay la semana pasada el actor Jason Day, lder de la campaa Un Billn de Pie, que supuestamente acta en defensa de la mujer pero que tambin promueve el aborto. Este ltimo aspecto no apareca en la campaa peruana, pero s en la de otros pases.

Desenmascarada su estrategia, Day opt por difamar a sus adversarios contando una extraa historia de acoso sexual del que, supuestamente, haba sido vctima cuando era un nio que se preparaba para hacer la primera comunin. El acosador, dijo, era un sacerdote. Los datos que el propio Day hizo pblicos, sin embargo, hacan imposible la historia: en la fecha que l sealaba, el lugar del supuesto acoso, que haba descrito con lujo de detalles, ni siquiera haba sido construido.

Day, por supuesto, no se haba lanzado al vaco, o al menos eso crea l, pues las numerosas denuncias contra religiosos en todo el mundo suelen caer en un campo muy bien abonado para que cualquier historia, verdadera o falsa, se convierta rpidamente en un escndalo que de cualquier manera har dao al denunciado.

Day no cont, sin embargo, con que las falsedades de su historia seran puestas en evidencia con tanta facilidad y rapidez. Para hacer ms dudosa su versin, se neg a prestar las declaraciones que habran ayudado a encontrar al culpable si realmente hubiera existido.

Despus de varios golpes, la Iglesia ha aprendido la leccin y ha ordenado que toda denuncia seria se investigue, con la finalidad de sancionar de inmediato a los pederastas y evitar que casos como los que s han ocurrido sin una oportuna sancin se repitan. Pero Day se ha apagado y ya no quiere decir nada. Ni siquiera ha sabido pedir disculpas por un cuento que se le escap de las manos. Al parecer le lleg la noche.