Andrés Oppenheimer

La primera semana en el cargo del nuevo presidente libertario de Argentina, Javier Milei, ha sido mejor de lo que muchos analistas internacionales esperaban.

Aunque es demasiado pronto para saber si sus drásticas medidas de austeridad lograrán arreglar el desastre económico que heredó de su predecesor, Milei está avanzando a toda velocidad para reinsertar a Argentina en la economía global.

Eso es una buena noticia para un país ensimismado que necesita desesperadamente inversiones y créditos externos para volver a crecer.

En su primer día en el cargo después de su inauguración el 10 de diciembre, Milei presentó formalmente la solicitud de ingreso de Argentina a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), un club de países en su mayoría ricos que establece normas comunes de gobernanza para sus miembros.

Aunque Argentina puede tardar hasta siete años en ser aceptada como miembro de la OCDE, la solicitud de Milei envía un mensaje importante de que Argentina quiere adherirse a los estándares del mundo desarrollado.

No es un tema trivial para un país que ha incumplido repetidamente sus obligaciones externas.

“Lo que estamos buscando son marcos internacionales que nos permitan comportarnos de manera menos errática”, me dijo Marcelo Cima, el nuevo secretario de Relaciones Económicas Internacionales de Argentina. “Tenemos que empezar a ser más previsibles”.

Milei tiene planeado ir el 15 de enero a la reunión anual del Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, donde se reúnen líderes económicos y empresariales de todo el mundo. Es probable que allí se presente, tácita o explícitamente, como el presidente más comprometido con el libre mercado de América Latina.

A juzgar por lo que escuché en entrevistas con altos funcionarios del gobierno de Milei, su equipo económico está comenzando a estudiar una posible “ley de promoción y protección de inversiones”.

En materia de comercio exterior, una de sus principales prioridades será acelerar las negociaciones entre el bloque comercial Mercosur y la Unión Europea, de 27 países.

Milei también tiene la intención de unirse al acuerdo de Asociación para la Prosperidad Económica de las Américas del presidente estadounidense Joe Biden con naciones de América Latina y el Caribe. Aunque el acuerdo no ofrece un mejor acceso al mercado estadounidense para los productos latinoamericanos, busca generar nuevas inversiones y competir con la creciente influencia de China en la región.

En otra importante decisión de política exterior, el gobierno de Milei ha dicho que suspenderá la decisión del gobierno anterior de Argentina de unirse a los Brics, un grupo mayoritariamente político formado por China, Rusia, India y Sudáfrica. “No nos uniremos a los Brics”, escribió la ministra de Relaciones Exteriores de Argentina, Diana Mondino, en la red social X, el 10 de diciembre.

Mondino me dijo en una entrevista reciente que el gobierno de Milei también buscará “modernizar” el acuerdo Mercosur. Durante la campaña electoral, Milei había prometido retirarse del acuerdo comercial sudamericano, porque no permite a los países miembros negociar individualmente acuerdos de libre comercio con terceros. Pero, desde entonces, Milei ha moderado su postura.

Todas estas medidas de política exterior marcan un marcado contraste con el anterior gobierno peronista de Argentina, que mostraba un mayor interés en asistir a cumbres políticas tercermundistas que en atraer inversiones de los países ricos.

Aunque el expresidente argentino Alberto Fernández asistió a la Cumbre de las Américas del año pasado en Los Ángeles, su actuación allí fue vergonzosa. En vez de aprovechar esa oportunidad para cortejar a inversionistas estadounidenses, Fernández usó una buena parte de su discurso para criticar al gobierno de Biden por no haber invitado allí a la dictadura de Cuba.

Alejandro Werner, exjefe del Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional, me dijo que la primera semana de Milei ha sido “mejor de lo esperado”. Agregó, refiriéndose a las medidas económicas y de política exterior del nuevo gobierno, que “se han movido muy rápido y mejor de lo que muchos pensaban”.

Estoy de acuerdo. Milei no la tendrá fácil, porque es probable que sus medidas de austeridad produzcan resistencia interna en los próximos meses, cuando la gente sienta todo el peso de su programa de ajuste.

Pero si Argentina sale de su crisis financiera, se reinserta en los mercados globales y reanuda el crecimiento económico, Milei podría cambiar la historia del país, y tal vez también de otros países vecinos.


© El Nuevo Herald. Distribuido por Tribune Content Agency, LLC

Andrés Oppenheimer es periodista

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