¿Cuándo se jodió el Callao?, por Carmen McEvoy
¿Cuándo se jodió el Callao?, por Carmen McEvoy
Carmen McEvoy

Hacer política opositora en el Callao es un acto casi suicida. De ello dan cuenta los locales partidarios invadidos por turbas asalariadas, la propaganda destrozada y las amenazas de muerte contra quienes se enfrentan a los dueños de una de las regiones más ricas del Perú. Hace unas semanas, Germán Ramírez Huamán, vigilante de una empresa cafetalera, fue asesinado de un balazo en la cabeza. Su falta: evitar que los seguidores de Naldy Sotomayor, la hermana del actual alcalde, pintaran su nombre en la pared del edificio que él custodiaba. 

Naldy Sotomayor, cuya costumbre de pintarrajear sus siglas en las paredes porteñas le viene de familia, es candidata al Congreso por Vamos Perú (Alianza Popular). La figura omnipresente de Juan Sotomayor (el “alcalde amigo”) y la de su antiguo socio político, el gobernador Félix Moreno, son el triste recordatorio del monopolio político y el culto a la personalidad expresado a brochazo limpio. 

Hace unos días, Víctor Andrés García Belaunde visitó el Callao, con Alfredo Barnechea, llevando el mensaje de Acción Popular. Se puede estar de acuerdo o no con la propuesta populista, pero lo que no se puede negar es que hay que tener coraje para enfrentarse a la “corporación política” que desde hace dos décadas domina a la ‘Sinaloa Peruana’. 

García Belaunde subrayó la degradación de la política chalaca y el estilo delincuencial que se respira en el primer puerto de la república. Las redes instaladas estratégicamente hace dos décadas han permitido bloquear las denuncias contra las máximas autoridades. Así, el crimen y la impunidad reinan a vista y paciencia de todos. 

La labor de cooptación de parlamentarios es impresionante, según García Belaunde. La región Callao, cuyos recursos son diez veces mayores que otros rincones del Perú, provee de oficinas, secretarias y prebendas a un puñado de legisladores “amigos”. Asimismo, ejerce control sobre los órganos encargados de la fiscalización interna. Fue el contralor Fuad Khoury quien formuló una grave denuncia contra la gestión de Félix Moreno. Cuando una entidad o representantes del gobierno regional descubría que la contraloría estaba llegando a temas comprometedores, se generaron estrategias para invalidar y enturbiar la investigación. 

En un panorama en que el dinero compra silencios e hipoteca conciencias, emociona comprobar que hay jóvenes chalacos haciendo política de verdad. Es el caso de Paul García, candidato al Congreso por Acción Popular. “Tenemos un sueño como chalacos de no estar en estado de emergencia permanente” y que no maten a nuestros amigos y familiares en las calles. Por ello, el ministro del Interior comete un error cuando se felicita de que el crimen ha disminuido en el Callao. El estado de emergencia, prorrogado una vez más, es funcional a un sistema cuya principal virtud es adaptarse a todo. 

Además, cuando se habla de una menor cantidad de muertos, no se considera a la generación pérdida de jóvenes chalacos. A los muertos vivientes por el consumo de droga y por un sicariato que nació de la entraña de esa cultura perversa que engendró a ‘Caracol’ y a su mundo delincuencial. Espero que la política noble y decente regresen a un Callao que fue abandonado a su suerte y que ella devuelva a los chalacos la esperanza que tanto necesitan.