Claudia Chiroque

“¿Dónde está el delito? Lo que ha habido es una especie de ‘bullying’ mediático hacia la fiscal de la Nación”, me dijo hace una semana el señor en una entrevista que le hice a la luz del operativo Valkiria V y de los videos de la señora en los que se la ve saliendo de la Fiscalía de la Nación durante la madrugada. Del Castillo me dijo además que la renuncia de la fiscal no era una opción, afirmando: “Yo estoy en contra de todo lo que genere inestabilidad en el país”.

Dos afirmaciones incoherentes, por decir lo menos. Ningún ‘bullying’, reacciones y críticas evidentemente frente a lo que existe: una carpeta fiscal con material indiciario que abre una investigación en contra de la fiscal de la Nación y su círculo más cercano. Esto por presuntamente integrar una organización criminal. Ayer, además, se conoció que el señor Jaime Villanueva, su asesor principal, declaró ante las autoridades. Así se confirmó su coordinación con los congresistas y por supuesto que esto ha generado inestabilidad. No es poca cosa dejar acéfalo al equipo especial contra la corrupción. Recordemos que ella misma creó ese equipo porque una de sus banderas era justamente la tolerancia cero contra la corrupción. Por casi una semana intentó buscar alguien que bajo estas circunstancias aceptara el cargo. Además, ha golpeado la confianza de una institución que persigue el delito en nuestro país.

Las anteriores son dos razones mínimas para que alguien que sí apuesta y grita por la democracia en nuestro país levante una ceja, pida que la fiscal se allane a las investigaciones lejos de la institución en aras de la transparencia en el proceso y se ponga del lado correcto de la historia; sin embargo, parecería que el precio es muy alto, Del Castillo decidió defender a la fiscal Benavides ante el Congreso. ¿Qué tipo de defensa eligió la fiscal? ¿Qué credenciales legítimas creyó que tenía el señor Del Castillo? Decidió por un político investigado también, pues el señor Del Castillo se encuentra bajo investigación preparatoria por asociación ilícita para delinquir y lavado de activos por el caso del dirigente aprista Luis Alva Castro. El mensaje es claro: le importa nada devolverle la ética a la figura que una institución a la que se aferra amerita.

Equivocados están aquellos que piensan que esta columna no cree en el ‘derecho a la defensa’ y la ‘presunción de inocencia’. Soy abogada y respeto las garantías que amparan a cualquier ciudadano. Pero en un fuero político con tantos intereses y causante de tantas barbaridades se deben tener gestos de hidalguía y de legitimidad, y lo de ayer fue una exposición a la mentira, que el señor Del Castillo sostuvo acusando a la JNJ de tener una sentencia lista.

Estimado lector, no se distraiga, lo digo porque mientras escribo esto el TC acaba de ordenar la liberación de Alberto Fujimori abriendo otro debate; sin embargo, los ojos deben estar puestos en la señora Benavides porque esto continuará.

Claudia Chiroque es periodista y abogada