Juan Reynoso desembarca en el Viejo Continente con la selección peruana sabiendo que la última vez que el equipo se midió contra rivales europeos fue hace cuatro años y medio, justo después de Rusia 2018, en su pico de rendimiento. Para efectos de este relato, imaginaremos al entrenador con una bitácora donde tomará apuntes de sus primeros ensayos y conclusiones; el prólogo de un libro que luego será completado con capítulos dedicados a las Eliminatorias. La valla está alta. Alemania y Marruecos son rivales del primer mundo futbolístico, a pesar del presente teutón en los mundiales. “Como para no perder el nervio competitivo”, escriba, tal vez, el DT en su primera página, quien de plano evita los resultados engañosos que dejan los amistosos con selecciones centroamericanas.
Su primera apuesta es una línea de tres defensores, Tapia incluido, y dos laterales carrileros. Sobrevienen 45 minutos de sufrimiento. Un concierto de descoordinación en la zaga, con Havertz siempre libre para recibir y con el delantero Fullkrug y el debutante Wolf entrando al área como dos cuchillos. En buena parte, los alemanes arremeten aprovechando las ventajas que deja Perú en el mediocampo. Afina lapicero Reynoso: “Renato Tapia debe salir de la línea de fondo y sumarse a la de volantes”. Es muy probable que el balance esté en que el hombre del Celta de Vigo se integre a la línea de zagueros cuando el equipo necesite defenderse y que se adelante cuando su equipo tenga el balón, como ha hecho en los últimos años.
Aquel movimiento táctico deja a tres volantes con perfil, en promedio, defensivo. Cartagena, Aquino y el propio Tapia. Vuelta al papel para anotar que hace falta, cuando menos, un mediocampista con pie diligente para la salida. De lo contrario, todo esfuerzo por salir del cajón se desvanecerá rápidamente.
Para el segundo tiempo, Reynoso ojea en su bitácora el dibujo táctico y a sus atacantes. Sabe que ha sido largamente superado en las búsquedas aéreas. Decide reemplazar a Ruidíaz, un centrodelantero que ha permanecido entre los centrales alemanes esperando balones que no llegaron, por Lapadula, que entra a marcar diagonales y asociaciones. Noventa minutos, cero disparos al arco. Llega el final con un dos a cero a favor de Die Mannschaft, que no es dramático, pero que deja la sensación de que pudo ser peor.
La siguiente parada propone un reto superior: la selección marroquí, con la base de aquel equipo que llegó a la semifinal del Mundial de Qatar. Reynoso esboza un heredado 4-2-3-1 con dos extremos veloces, como Polo y López, y con Carrillo detrás del ‘9′. Se encuentra con un rival que controla el territorio con balón y sin él, interrumpiendo las líneas de pase. Y con un Ziyech que amenaza con tiros de larga distancia. Ocurren algunas cosas interesantes aprovechando el desequilibrio del hombre del Al Hilal por dentro, partiendo desde la línea central. Escribe: “Carrillo de volante, va”. Tapia se confiere la lanza del ataque y progresa, aunque sin encontrar el arco. Se subsana lo defensivo del partido anterior con el oficio innegable de Zambrano, hasta que llega la roja.
Termina el segundo amistoso con una mejora en el rendimiento colectivo, pero con un saldo de apenas un par de remates bloqueados. Nuevamente, sin tiros directos a portería. Reynoso repasa sus apuntes y antes de cerrar la bitácora resuena en su mente la máxima más importante de este deporte: “El fútbol se gana con goles”. Es una deuda pendiente.