Claudia Chiroque

“Hace cuatro semanas, tuve un accidente, me caí de las escaleras y me cosieron con seis puntos. Personalmente, estaba retirado de estos . Pero gracias a Dios he vuelto y para mí es un orgullo volver a ganar” fueron las primeras declaraciones de , maratonista peruano, tras consagrarse bicampeón en la maratón de los Juegos Panamericanos en Santiago de Chile luego de recorrer 42 kilómetros. Lo escuchaba y era inevitable no sentir culpa, vergüenza y tristeza de no haber difundido detalles de ese proceso, de esa historia, de esa ilusión que, hasta lograr el podio, fue invisible.

Ver a Cristhian Pacheco llegar a la meta abrazando nuestra bandera ha sido un remezón a la conciencia y un shock de esperanza e identidad pese a que este país le ha fallado. Le hemos fallado todos, subirnos a la ola de su triunfo es hasta mezquino para quien, incluso habiendo logrado la medalla en solitario, le agradece al país que no conoce su lucha, que no lo espera para celebrar, que no le da el lugar que se merece y, lo que es peor, que en unos días olvidará su nombre.

Pacheco nos ha dado tremenda lección, vaya que sí. Una lección de compromiso, de cerrar brechas de desigualdad incluso en el deporte, de tener liderazgos que descentralicen la cultura deportiva y trabajen generando las mismas oportunidades y coberturas. De hacer “vendibles” las historias por lo que hay detrás, y no hablo de ‘sponsors’, hablo de esfuerzo, dedicación y de luchar contra el sinfín de tormentas que significa ser atleta en “un país de fútbol”.

Esto último lo digo con sentido de realidad, de manera reflexiva y sin ánimo de ofender a nadie, porque también me gusta el fútbol y abiertamente hincho por Alianza Lima, equipo que terminó opacando el triunfo de Cristhian Pacheco con una noche de discoteca de algunos de sus jugadores y que, a la velocidad de la luz, fue viralizada en redes sociales, portadas de diarios, programas de TV, grupos de WhatsApp, etc. Molesta y decepciona que, una vez más, la mediocridad pague más en nuestro país, porque lamentablemente se elige. Total, qué más da si se olvida rápido. “Que trates de entender la injusticia cerca de ti, así como la grandeza de quienes pelean contra ella” decía Gustavo Rodríguez proyectando un Perú con identidad empática; frase que además uso, porque Pacheco seguirá peleando como hasta ahora y no dudo que el éxito lo acompañará. Pero la duda que sigue pendiente es ¿con qué elegimos identificarnos?

Cristhian, gracias porque ha sido importante hacer un alto y replantear el papel que jugamos al recordar el valor de las cosas, en admirar el trabajo fuerte, en reconocer el apoyo incondicional de la familia y por poner al Perú por encima de cualquier indiferencia.

Por estas y otras razones, perdón por tan poco, Cristian.

Claudia Chiroque es periodista y abogada