Héctor Villalobos

Los Intocables de la Corrupción. No podía ser más preciso el nombre que eligió la fiscalía para bautizar a la presunta organización criminal que habría encabezado Martín Vizcarra para dirigir –según la hipótesis de la investigación– las licitaciones en Provías Descentralizado a cambio de coimas. Esta semana, el Equipo Especial de Fiscales contra la Corrupción en el Poder (Eficcop) capturó a cinco personas señaladas como posibles integrantes de esa red. Y si bien el exgobernante figura como supuesto cabecilla en el organigrama de la misma, este aún no puede ser investigado porque los hechos ocurrieron durante su gestión como presidente, por lo que goza de la protección de la inmunidad, que solo puede ser levantada por el Congreso.

Pero más allá de prerrogativas y competencias fiscales, que ya han sido ampliamente explicadas en este Diario, existe una justificada percepción de que el brazo de la ley se contrae cuando se trata del expresidente. La justicia en nuestro país pareciera ser una dama con los ojos vendados que le canta todos los días ‘happy birthday’ desde su balcón mientras les da ‘like’ a sus videos de TikTok. Los elementos de convicción que lo comprometen en la presunta recepción de coimas por los proyectos Lomas de Ilo y Hospital de Moquegua cumplen un alto estándar de sospecha grave. Súmese a ello las nuevas evidencias que lo involucran en sobornos por otras tres obras cuando ya era presidente. Nada de eso parece ser suficiente. Lo que a otros les valió la prisión preventiva a Vizcarra solo le significa el impedimento de salir del país. Dentro de este, viaja cuando quiere, se graba preparando huevos fritos y hace campaña a sabiendas de que está inhabilitado.

Está en manos del fiscal de la Nación interino, Juan Carlos Villena, dar fin a esa sensación de impunidad que rodea al exmandatario. Culminado su viaje a Chile, deberá evaluar el informe que le envió el Eficcop sobre Los Intocables de la Corrupción y determinar si le abre investigación preliminar.

“No puedo tener otro sentimiento que una verdadera indignación por esas patrañas”, ha dicho Vizcarra sobre los testimonios y pruebas que lo comprometen. Ha negado las acusaciones con la misma energía con la que en su momento negó haberse vacunado a escondidas. Con la misma firmeza con la que antes rechazó haberse reunido con Keiko Fujimori cuando PPK aún era presidente. Con la misma seguridad con la que dijo que a Richard ‘Swing’ solo lo recibió en Palacio “por cortesía”. A estas alturas de la historia, y con esos antecedentes, la credibilidad de Vizcarra ya debería estar al nivel de la de Alejandro Toledo. Pero, por alguna incomprensible razón, todavía hay un sector que cree a ciegas en él.

En uno de sus últimos videos en TikTok, Vizcarra aparece preparando “unos ricos chorizos”. En otro habla de sus preferencias deportivas, en especial el fútbol y el frontón. Quizás en uno próximo lo veamos practicando penales.

Héctor Villalobos es editor de Política