Maria Cecilia  Villegas

La crisis política en la que estamos inmersos desde hace años invisibiliza el grave problema de que tiene el país.

La deserción escolar era uno de los mayores problemas que enfrentaba el en los años previos a la pandemia, que se agravo aún más cuando el gobierno ordenó la educación a distancia. En el 2020, 300 mil estudiantes interrumpieron sus estudios. Y en el 2021, han sido 124.533 los que dejaron de ir al colegio. Las razones que explican la deserción escolar están vinculadas a problemas económicos, familiares y al embarazo adolescente.

Este año se han reportado cerca de 35 mil embarazos adolescentes. La tasa de embarazo adolescente en el área rural es de 22,8%, lo que significa que una de cada cuatro adolescentes rurales ya es madre o está embarazada. Y mientras ello ocurre, un sector conservador de la sociedad se rehúsa a la educación sexual integral. Vale recordar que en muchos casos los adolescentes no reciben información sexual de sus padres o la información que reciben no es la correcta, porque los mismos padres no tienen información. Un problema adicional es la falta de acceso a métodos anticonceptivos. La deserción escolar afecta en mayor medida a estudiantes de zonas rurales, a quienes hablan lenguas originarias y a niñas y adolescentes.

Un segundo problema es la baja calidad del aprendizaje. En el 2019, solo el 17,7% de los alumnos de segundo de secundaria podía resolver problemas matemáticos y de cada 100 alumnos solo 14 entendían lo que leían. El cierre de los colegios tuvo un impacto directo, además, en la alimentación de los niños en pobreza, pues es en los colegios donde muchos reciben las principales comidas del día, y, con ello, aumentaron la anemia y la desnutrición. Pero, además, hay un incremento en problemas de salud mental, falta de desarrollo de habilidades socioemocionales y depresión. Se calcula que la pobreza de aprendizajes, un indicador que mide el porcentaje de niños que a los 10 años no pueden leer y entender un texto, aumentó a casi un 80% en América Latina. Sin habilidades de lecto-escritura, los niños y adolescentes no pueden prosperar en el colegio y tampoco podrán obtener puestos de trabajo ni progresar al no tener las habilidades y el capital humano que demanda el mercado.

El índice de Capital Humano muestra que, a nivel global, la productividad de un niño promedio nacido hoy sería solo del 56% de su potencial, comparado con lo que podría ser si los gobiernos invirtieran en salud y educación adecuadas. Para el FMI, uno de los problemas que frena el desarrollo de América Latina es la falta de capital humano.

Sin duda, el problema de la educación no empezó con el gobierno de Pedro Castillo. En el Perú dejamos de lado al sector educación y permitimos que los sindicatos de izquierda lo capturaran. Primero Patria Roja, luego a través de los sindicatos cercanos al Movadef y hoy a través del Fenatep, fundado por Pedro Castillo. Cuando las instituciones son capturadas por grupos de poder que buscan beneficios personales el desarrollo se ve afectado. Un ejemplo de esto es lo que viene sucediendo con las Escuelas Interculturales Bilingües (EIB).

En el Perú existen 26.541 EIB que atienden a niños cuya lengua materna es originaria y en las que se les enseña a leer y escribir en su propia lengua, además de en castellano. Hasta hace unas semanas era requisito, para ser director de las EIB, dominar una lengua originaria. Este requisito ha sido eliminado en respuesta a presiones del Fenatep, cuyos miembros quieren esos puestos y no cumplen con los requisitos. Vale mencionar que la incidencia de pobreza entre las poblaciones cuya lengua materna es originaria es de 10 puntos porcentuales mayor a la de quienes tienen el castellano como lengua materna.

Tal como señaló Pablo Lavado en su artículo del domingo, se calcula que los aprendizajes perdidos les costarán a los países US$21 trillones, por los ingresos que esta generación dejaría de percibir. Pero ¿cómo compensar la educación perdida si no mejoramos la calidad de los maestros? El desarrollo del Perú requiere poner a los niños en el centro de la educación.

Maria Cecilia Villegas es CEO de Capitalismo Consciente Perú