El Gobierno ha iniciado la “fase 3” de la reactivación. Con ello, según el presidente Vizcarra, se prevé reactivar el 96% de la economía del país.
Lamentablemente, esta previsión peca de irreal. No es lo mismo autorizar el 96% de ítems en una lista que reactivar la economía del país en un 96%.
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La cuarentena tuvo el objetivo de contener la epidemia. Al margen de lo que se piense de su eficacia, la cuarentena ha destruido capital, puestos de trabajo, ingresos, ahorros y consumo.
La reactivación es un reinicio de actividades con protocolo. ¿Cómo se podría decir, por ejemplo, que se ha reactivado el transporte público al 96%?
En la lista, el transporte público puede aparecer como “reiniciado”. Sin embargo, sabemos que este transporte debe realizarse con el 50% del aforo; es decir, del número de asientos.
De hecho, el transporte urbano no puede funcionar ahora sin subsidio. Solía funcionar con la capacidad de pasajeros al tope (sentados y parados). Es un negocio de volumen, no de margen.
El aforo del 50% de asientos ocupados debe ser equivalente, aproximadamente, al 30% del aforo total de pasajeros.
No ha quedado resuelto cómo se va a garantizar la continuidad de la actividad. Es un problema real.
La limitación del aforo atiende una parte del problema de la aglomeración, pero no dice nada del problema económico de la actividad.
No hay una solución para el Metropolitano y los corredores. Se ha “previsto”, pero no se ha resuelto.
Lo mismo debe decirse de los restaurantes. Se le pone un “check” a este ítem en la lista de reaperturas. Eso no quiere decir, sin embargo, que la actividad despliegue su economía como antes.
Los restaurantes que reabren la atención en salón son muy pocos. No muchos han soportado estos meses sin ingresos. Pocos lograron sobreponerse a la regulación, los protocolos, las autorizaciones.
Además, los que sobrepasaron la cuarentena deben reabrir con un aforo muy limitado. Los pequeños restaurantes no podrán sobrevivir con el 50 ni el 60% de la ocupación.
En el caso del comercio, tampoco se ha reiniciado la actividad completa. Los talleres proveedores de Gamarra, las tiendas de galerías y calles comerciales no han podido reabrir.
Así como esos talleres, infinidad de actividades de producción de bienes intermedios y materias primas no han reiniciado, se han descapitalizado si es que no arruinado en el camino. En el papel han obtenido el “check”, pero no en sus economías.
No podemos autoengañarnos ni engañar a los demás. No se ha reactivado ni se va a reactivar el 96% de la economía. No, al menos, en el corto plazo.
Muchos quedaron sin empleo. Muchas familias liquidaron sus ahorros; otras tantas se endeudaron. Miles de otras han pasado a la pobreza extrema y viven ahora de la caridad.
La capacidad de compra se ha reducido de manera significativa. ¿Se puede pensar que esa capacidad se ha recuperado o se va a recuperar hasta el 96% de lo que era antes?
Los negocios pueden abrir sus puertas. ¿Podrán vender, en promedio, un equivalente del 96% de lo que vendían antes?
Puede ser exceso de optimismo o puede ser propaganda. La verdad es que el Gobierno da información engañosa.
El presidente Vizcarra, por ejemplo, dice que han aumentado los ventiladores mecánicos. Suma en el nuevo número los 250 donados por el Gobierno Estadounidense.
Estos 250 ventiladores donados no son para camas UCI. Son para uso ambulatorio. Se utilizan en una ambulancia o cuando se traslada a un paciente de una sala UCI a una sala de cirugía.
Definitivamente, estos 250 ventiladores no se usarán en ninguna cama UCI. ¿Debemos incluirlos en la contabilidad de los que se requiere para los hospitales?
Quizá alguien esté desinformando al presidente. A estas alturas de la pandemia, sin embargo, cabe esperar que el jefe del Estado sepa de lo que está hablando.
La situación económica es sumamente grave y costará mucho esfuerzo y tiempo rehacerla. No sirve de nada alentar falsas expectativas ni engañarse sobre cómo se va a dar la reactivación.
El autoengaño es la peor receta.