La reciente encuesta del Instituto de Estudios Peruanos (IEP) nos da una foto del “¿por quién votaría usted si las elecciones fuesen mañana?”. Al hacerlo sin tarjeta de nombres preseleccionados y solo con una respuesta espontánea, le plantea al encuestado un ejercicio más exigente. Hasta que no haya candidatos inscritos, aproximaciones como esta ayudan al análisis. Por ello, dedico esta columna a comentar sus resultados.
Como es lógico, la primera aproximación la hice comparándola con los resultados de las elecciones para este Congreso, asumiendo que los potenciales candidatos presidenciales de los partidos políticos que acaban de ganar las elecciones en enero debieran estar encabezando el sondeo o cuando menos muy bien posicionados en este. Como lo lógico es ilógico en nuestra política, no es así.
Acción Popular, la primera minoría con 25 congresistas, tiene hasta cinco candidatos potenciales. En la encuesta espontánea del IEP, ninguno llega al 1%: Alfredo Barnechea (0,4%), Yonhy Lescano (0,3%) y Jorge Muñoz (0,3%).
Alianza para el Progreso tiene, con 22 curules, la segunda bancada, pero los que tienen en mente votar por César Acuña son solo el 0,3% (ojo, no es un error tipográfico).
La tercera fuerza parlamentaria, el Frepap, tendría el 1,6% de los votos en el caso de que presentase candidato. Sigue Fuerza Popular, con Keiko (2,8%). Luego está Unión por el Perú (UPP), con una mención espontánea del 5,6% para Antauro Humala. Pero sin siquiera dar cuenta de las múltiples fracturas de la “unión”, hay una pequeña complicación: el etnocacerista sigue cumpliendo condena y no puede postular.
Podemos Perú tiene como su candidato natural a Daniel Urresti, que solo se empina hasta el 2,8% y al que ya se le asoma la inefable Cecilia García (“chapa tu choro” y “quema tu banco” con el 0,8%). Somos Perú no tiene menciones presidenciales, pero por ahí se sabe que andan buscando a uno atractivo. Cierran la lista el Partido Morado, cuyo líder tiene 1,7%, y el Frente Amplio, cuyo candidato sería Marco Arana, que no figura ni en ‘otros’.
Todos los postulantes posibles de los “partidos” representados en el actual Congreso suman el 9,6% de los votos en la preferencia espontánea registrada por esta encuestadora. Curioso, dado que la gran mayoría de sus miembros se jactan de estar haciendo lo que “la gente necesita y quiere”; o, dicho de otro modo, recurriendo al populismo más ramplón.
Pero ahí no queda la cosa. Si los potenciales candidatos ligados a los partidos “históricos” (Apra, PPC y Solidaridad Nacional) que no lograron entrar a este Congreso tuvieran menciones, solo Lourdes Flores (0,3%) estaría por encima de Andrés Hurtado (“Chibolín”), que con el 0,1% es el último al que se le asigna una cifra.
Siendo así, ¿a dónde se fue el grueso de las respuestas espontáneas? Pues más de la mitad (51%) dijo que no iría a votar, que viciaría su voto, que no votaría por ninguno o que aún no sabe.
¿Hacia dónde apuntan los que sí tienen preferencias? Un 15,9% menciona a Martín Vizcarra como su candidato. Como sabemos, esto no puede ocurrir. La Constitución lo prohíbe.
Muy lejos, siguen empatados con un 5,7% cada uno George Forsyth y Salvador del Solar. Pero quiten también al segundo, que ya ha dicho que no va a competir. ¿Quién queda? Verónika Mendoza (1%), en la sima (sí, sima con ‘s').
A estas alturas, los electores, sea por desinterés o desencanto, porque lo que escogieron no es posible o por el poco apoyo que han exhibido hacia candidatos viables, han dejado la urna vacía.
Lo complicado es que el próximo 11 abril esta va a estar repleta, al punto de que los últimos en la cola tendrán que presionar para lograr el ingreso del “cedulón” por la ranura. La razón es que, dadas las reglas que persisten (fina cortesía de este Congreso), tendremos a más de 20 ‘partidos’ en competencia y no sabemos cuántos más lograrán inscribirse con los nuevos requisitos. Digamos, unos 25 candidatos presidenciales.
¿Por qué tantos si la gente es tan escéptica? Porque los 25 entusiastas saben que alguien se tiene que llevar el boleto premiado de la rifa. En esto, no cabe aquello de “y se declara desierta”.
Ahora bien, creo poco probable que ese alguien se dispare, como ocurrió con Keiko Fujimori en el 2016, y quizás ni siquiera llegue a las pequeñas cimas (esta vez con ‘c') que conquistaron Pedro Pablo Kuczynski y Verónika Mendoza. Puede, más bien, que se repita lo de este Congreso, el de los “nueve enanitos”. No olvidemos que AP, el “gran ganador”, consiguió el apoyo del 6,1% de los votantes hábiles, y el segundo (APP), el del 4,8%.
Un presidente con cifras como esas en primera vuelta, como resultado de la fragmentación del voto, no auguraría nada bueno para un país que tiene la hercúlea tarea de reconstruirse desde los escombros que nos está dejando la hecatombe del COVID-19.