No existes. Así te duela, así no lo entiendas. Para la FIFA, el Perú no es un país, solo es una posibilidad de voto a favor para perpetuarse en el poder. Conocí lo maravilloso del fútbol en el Mundial 2014, pero también conocí a la FIFA. Una dictadura del balompié con saco y corbata. Con Joseph Blatter y compañía la pelota sí se mancha.
La FIFA mira el fútbol como una posibilidad de eterno imperio, por lo que al momento de los conflictos más difíciles se convierte en el peor Poncio Pilatos. Se lavaron las manos siempre. Lo hicieron en el caso de los estadios inconclusos y lo repitieron con las reventas de entradas. Ese es el peor rostro de la FIFA: su facilidad para el deslinde, su insoportable silbido al aire cuando las papas queman.
Antes de la gran final entre Alemania y Argentina, el equipo de prensa de Blatter envío un comunicado de respaldo a la empresa Match (encargada de la venta de entradas para los partidos del Mundial). Era curioso porque uno de los ejecutivos de Match (Ray Whelan) había sido encarcelado días antes al ser descubiertos sus lazos con uno de los peces gordos en la reventa de entradas. El mensaje de la FIFA era claro (y muy descarado también): el problema no es de las organizaciones sino de algunas malas personas.
Resígnate Perú, aprieta el pecho en estas queridas Fiestas Patrias y olvídate de una próxima clasificación mundialista. Ni en Rusia, mucho menos en Qatar (o donde se haga el Mundial del 2022 porque con Blatter nunca se sabe). Para mejorar y comenzar desde cero hay que implantar reformas desde la dirigencia. Y allí sigue bien sentado Manuel Burga, totalmente perfilado a postular a la reelección en la FPF. Y Burga es un hijo querido de la FIFA, nunca incomoda, nunca se opone, tiene el aval de Blatter. Su calidad de inamovible puede expresarse en esa foto de la gran final donde tuvo un sitio muy cómodo en lugar preferencial.
La FIFA que conocí en este Mundial se comporta como un país autoritario de otra época. Tiene un muro más invulnerable que el de Berlín para no recibir críticas, su bloqueo es solo comparable a la Corea del Norte de Kim Jong-un. Mientras continúe funcionando como una amenazante dictadura tendremos a Blatter por muchos años más (y a Burga también). A ellos no les importa que tengamos 32 años sin llegar a un Mundial. No nos quieren. Por eso (quizá) nunca volveremos.