No conseguiste entrada para el estreno de “Star Wars: El despertar de la fuerza”. Peor aún, las obligaciones apuradas para cerrar con dignidad el año postergaron tu visita al cine hasta el fin de semana. Hace diez años no habría sido problema dejar descansando la ansiedad del fanático en una cómoda sala de espera, pero hoy existen las redes sociales y una de sus debilidades más insoportables: el ‘spoiler’, esa fatal aparición de aguafiestas virtuales que, literalmente, viven los días quemándote la película. Sin pudor ni sentimiento de culpa y con ese tufillo ‘chancón’ de “yo fui primero", algunos de tus queridos contactos te cuentan finales de largometrajes o desenlaces de tu serie favorita. Son el control remoto viviente al que solo quieres apretarle el botón de silencio.
Desde aquí un suplicante pedido para evitar el ‘spoiler’ durante esta séptima entrega de “Star Wars” (amigo crítico de cine tú también, se puede analizar sin relatar las escenas, te digo nomás). Que sea un novedoso acto de civismo del siglo XXI, un patrón de conducta a seguir en las próximas generaciones. No es gracioso y ya pasó de moda. Un desafortunado ‘spoiler’ puede derrumbar relaciones entrañables y hacer reflexionar sobre si escogimos a los amigos correctos en la vida. En tiempos de elecciones presidenciales, no incendiemos más la pradera. Evitemos convertir el Facebook en una sangrienta guerra de las galaxias.
Esta situación comenzó a agravarse cuando se ‘inventaron’ los estrenos a medianoche de las películas más taquilleras. Un auténtico reto para los más fieles feligreses de una secuela, precuela o trilogía. Cuando llegó a las salas “Batman, el Caballero de la Noche asciende” compré mis boletas con un mes de anticipación e hice cola por más de dos horas. Fue un acto de superviviencia para un feroz spoiler que no hubiera podido tolerar. “A los que publican spoilers no los abrazaron de chiquitos”, leí ayer en el Twitter. “Los que escriben el final de una película es ese niño que pidió un Nintendo en Navidad y recibió un Ponte Mosca”, disparó un cruel amigo en el Whatsapp. Hay personas que, en conmovedor rapto de desesperación, están desactivando sus cuentas en redes sociales y otras que viven estos días con los ojos y oídos tapados como si fuera a explotar una rata blanca en las puertas de sus casas.
No lo tomemos a la ligera, aquí no se trata de una simple broma de “te cuento el final para fastidiar tu día”, sino de un acto de urbanidad para no desgastar el cariño de tus seres queridos y no despertar odios en tus conocidos. Y si a pesar de todo has decidido seguir ‘spoileando’ solo me queda pedir para ti una pantalla con un fondo negro chispeado de estrellas, una composición marcial de John Williams y desearte una mejor vida en una galaxia muy, pero muy, lejana.