“Pronto estará en su servicio normal”, ha dicho, sobre el capitán Cueva, el jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, general César Astudillo Salcedo.
El capitán del Ejército Peruano intervino a un menor de edad que había infringido el toque de queda. Ya sometido, le propinó varias bofetadas, además de proferir agravios verbales. Según la madre, hubo otros golpes no registrados en video.
“El capitán Christian Cueva –declaró el general Astudillo– no fue retirado del Ejército, solo del patrullaje. El oficial dio sus descargos y son muy entendibles. Pronto estará en su servicio normal”. (“Perú 21”, 26/3/20, p. 6).
Mucha gente, muchísima, está de acuerdo con la conducta del soldado. Las Fuerzas Armadas, sin embargo, deben sujetarse a un protocolo de intervención. Si no se sujetan, quedan tan al margen de la ley como los infractores.
Para imponer orden se necesita volver a la ley. No se puede volver a la ley incumpliendo la ley.
Lo del capitán Cueva fue un acto de salvajismo, de gorilismo militar.
El jefe supremo de las FF.AA. es el presidente de la República. ¿Cree el jefe supremo de las FF.AA. que las golpizas contra menores de edad deben ser “entendibles”?
¿Están alineados en este criterio, sobre este hecho concreto, el jefe supremo de las Fuerzas Armadas con el jefe del Comando Conjunto?
El ministro de Defensa, sobre el tema, dijo: “Las Fuerzas Armadas actúan con firmeza, pero con respeto a la población, cualquier tipo de violencia, venga de donde venga, no es lo correcto”.
No es lo que piensa el general Astudillo. Le preguntaron por qué reaccionó así Cueva. Respondió: “Los descargos son siempre reservados. Pero lidiar con estos bellacos es difícil, en la calle algunos se creen muy machitos”. (“Perú 21”).
No se conoce de ninguna investigación fiscal con relación a la intervención. Todo se reduce a la comandancia del Ejército, donde no se halló mayor responsabilidad. Se consagra la acción fuera de reglamento.
El Comunicado 003 del Comando Conjunto advierte que, luego de las investigaciones, el capitán “continuará con su servicio donde su Comando Institucional disponga.”
El punto 3 es contundente: “El personal de las Fuerzas Armadas siempre tendrá el respaldo permanente del Comando por su trabajo comprometido, profesional y enmarcado dentro de la Ley”.
A pesar de los aplausos de muchos, muchísimos, hay que decir que la acción de Cueva no estuvo comprometida con el orden, no fue profesional y menos se enmarcó en la ley.
El Comunicado 003 del Comando Conjunto remite a un comunicado anterior. Ese comunicado anterior no está más en las redes del CC. En la página web del CC se pasa del comunicado 001 al 003.
El comunicado aseguraba que la acción de Cueva no está dentro del protocolo de intervención de las Fuerzas Armadas. Expresaba su rechazo a ese tipo de detenciones que, sostenía, no van con el “entrenamiento, esfuerzo y compromiso” del personal militar (según recogió RPP, 22.03.20).
El comunicado del 22 de marzo, escondido por el propio Comando Conjunto, decía que se reforzaría la capacitación para las intervenciones.
Ese comunicado ponía las cosas en su justa dimensión. Lo de Cueva era un exceso, y había que sancionar y corregir. Esa posición en favor de la legalidad ha sido reemplazada por el criterio populista en favor de la barbarie.
Nadie defiende la infracción. Debemos rechazar, en cambio, la forma de intervención. El estado de emergencia no está fuera del Estado de derecho. Es su hijo, no su papá.
Hoy más que nunca se necesita obediencia a las leyes y disposiciones. La obediencia no la generan las bofetadas, los agravios verbales ni el abuso del derecho. La obediencia la genera la autoridad moral.
Lo del capitán estuvo muy mal, pero fue solo un caso. Lo más preocupante es el respaldo del comandante general de las Fuerzas Armadas.
El respaldo tácito que da el presidente del Comando Conjunto es gravísimo. Socava la autoridad moral a cambio de treinta monedas de aplausos.
No es el mejor favor que se le ha hecho a la lucha contra el coronavirus. Necesitamos profesionales al mando, no buscaaplausos.
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