Andrés Oppenheimer

Los presidentes izquierdistas de Brasil, Colombia y Chile merecen un aplauso por haber comenzado a criticar al dictador venezolano Nicolás Maduro por la farsa electoral que planea realizar el 28 de julio. He aquí por qué lo hicieron, y por qué es importantísimo que lo sigan haciendo.

Hasta ahora, la mayoría de los presidentes latinoamericanos de centroizquierda habían guardado silencio sobre las elecciones falsas de Maduro, incluso después de que el dictador venezolano proscribiera a la principal candidata opositora María Corina Machado.

Pero el presidente de Brasil, Luiz Inácio ‘Lula’ da Silva, y su par de Colombia, Gustavo Petro, dos aliados claves de Maduro, comenzaron a cambiar su postura en días recientes, después de que el dictador venezolano fue aún más lejos al proscribir a Corina Yoris, la profesora universitaria de 80 años que Machado nombró como su candidata substituta.

El 26 de marzo, durante una visita del presidente francés Emmanuel Macron a Brasil, Lula dijo que quería que las elecciones en Venezuela se realizaran “con la participación de todos”.

Petro dijo ese mismo día que la proscripción de Machado equivalía a “un golpe antidemocrático”. El expresidente izquierdista de Uruguay José Mujica se pronunció de forma parecida horas después.

Maduro reaccionó airadamente ante las declaraciones de sus aliados, culpando a la “izquierda cobarde” por supuestamente no defenderlo de lo que, según él, es un complot internacional para matarlo.

¿Por qué han cambiado su discurso sobre Venezuela los presidentes de Brasil y México?

En primer lugar, por presiones del gobierno del presidente Joe Biden sobre Lula y Petro, según me dicen fuentes cercanas a las tres cancillerías. Lula y Petro habían convencido a Biden de relajar las sanciones petroleras de Estados Unidos a Venezuela el año pasado, a cambio de la promesa de que Maduro firmaría el acuerdo de Barbados comprometiéndose a permitir elecciones competitivas.

En segundo lugar, durante su visita a Brasil, Macron ayudó a convencer a Lula de que levantara la voz sobre Venezuela. Macron quiere ser un actor importante en la política internacional y no quería quedarse afuera.

En tercer lugar, el silencio anterior de Petro sobre la proscripción a la candidatura de Machado lo había colocado en una situación difícil, porque él mismo había sido víctima de una inhabilitación similar para postularse para presidente en el 2013.

Petro había llevado su caso a la OEA y durante varios años se proclamó víctima de una injusticia. Ahora, tras ganar la presidencia, estaba quedando en ridículo guardando silencio sobre una prohibición similar impuesta a la candidata opositora venezolana.

Estados Unidos está ahora considerando reimponer algunas de las sanciones petroleras contra Venezuela si Maduro no permite una candidatura opositora verdadera. Pero la presión de Brasil y Colombia sobre el dictador venezolano será tanto o más importante: si aumentan sus críticas, como deberían hacerlo, Maduro se verá abandonado por algunos de sus principales aliados, y tendrá más incentivos para hacer concesiones.

–Glosado y editado–

© El Nuevo Herald. Distribuido por Tribune Content Agency, LLC

Andrés Oppenheimer es periodista

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