FRANCISCO MIRÓ QUESADA CANTUARIAS
Director General
Ha fallecido María Luisa Rivara de Tuesta y escribo este artículo para rendir homenaje a una destacada intelectual, doctora en filosofía e historia, profesora emérita de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y con quien fundamos la Sociedad Peruana de Filosofía, en cuyo ámbito cultivamos una gran amistad.
Acuciosa investigadora del pensamiento filosófico peruano y latinoamericano, demostró su honestidad intelectual y hondura interpretativa en publicaciones como “Filosofía e historia de las ideas en el Perú y Latinoamérica”, “Tres ensayos de filosofía en el Perú”, “José de Acosta: un humanista reformista”, entre otras. En su labor docente participó activamente en las comisiones de reorganización y evaluación del sistema universitario peruano en el Consejo Nacional de la Universidad Peruana.
Su contribución en el campo de la filosofía no solo se abocó al pensar en peruano, su vocación de maestra la llevó a investigar y divulgar obras de filósofos latinoamericanos, como la del mexicano Leopoldo Zea, así como la de Enrique Dussel, uno de los fundadores de la llamada Filosofía de la Liberación. Según este movimiento, la filosofía no debía ser un pensamiento abstracto sino una seria reflexión que debía aplicarse para que los pueblos y los hombres pudieran superar la historia de dominación y desigualdad social, es decir, la filosofía se tornaba así en una disciplina práctica, basada en el diálogo con los excluidos y dejaba de ser un pensamiento puramente abstracto, enmarcado en un proyecto filosófico de liberación.
La labor conjunta que realizamos en la Sociedad Peruana de Filosofía acrecentó nuestra amistad. Esta sociedad desde su fundación tuvo como fines el ejercicio profesional con normas éticas, la organización de disertaciones, conferencias, coloquios nacionales e internacionales –con el auspicio de universidades– y publicaciones sobre los últimos avances en el campo de la filosofía.
Su principal tarea consistió en recopilar las obras de filosofía que se habían escrito en el Perú, por autores de nuestra nacionalidad, desde que se hizo con absoluta rigurosidad. Así, tenía archivados algunos escritos de Mariano Iberico, Óscar Miró Quesada de la Guerra, Augusto Salazar Bondy y muchísimos míos, así como de David Sobrevilla, Walter Peñaloza y otros más. Cuando se proponía una candidatura para su incorporación como miembro de la sociedad, era exigente y severa con las reglas impuestas. El tiempo pasó y me vi imposibilitado, por diversas razones, de asistir a las sesiones de la Sociedad Peruana de Filosofía, a pesar de su insistencia para que estuviera presente. Ella siguió trabajando sin descanso realizando una labor admirable.
Uno de los últimos recuerdos que conservo de ella es en el homenaje que me hicieron cuando cumplí 90 años, al cual asistieron amigos, académicos, políticos y hasta el presidente de la República. Los discursos fueron excelentes, pero el más completo fue el de María Luisa, quien hizo un recuento riguroso de mi obra.
Cuando pienso en María Luisa Rivara de Tuesta, viene a mi memoria su trabajo desinteresado, nunca buscó lucro de ninguna clase. Estoy seguro de que estas palabras servirán para que su nombre y su obra sean recordados como una de las contribuciones más importantes a la filosofía y la cultura peruana. Que su ejemplo sirva para orientar a los futuros pensadores peruanos a realizar estudios rigurosos cuando quieran ir más allá de lo establecido, en todos los aspectos de la vida humana, pero en especial para resolver los problemas vitales que hoy nos aquejan.
María Luisa pasará a la historia del pensamiento nacional, como un ejemplo digno de seguir.