El presidente va a enviar este lunes un oficio a la fiscal de la Nación. Le quiere pedir que aclare “algunas dudas y contradicciones” en torno a la investigación que le sigue el fiscal Germán Juárez Atoche.
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El presidente va a enviar este lunes un oficio a la fiscal de la Nación. Le quiere pedir que aclare “algunas dudas y contradicciones” en torno a la investigación que le sigue el fiscal Germán Juárez Atoche.
Es claro, entonces, que el presidente Vizcarra no quiere colaborar con la justicia. Solicita que el Ministerio Público atienda el problema de las competencias y jurisdicciones.
Vizcarra quiere que le digan algo sobre quién fiscaliza. No quiere decirnos nada sobre aquello por lo cual lo fiscalizan.
El fiscal Germán Juárez Atoche ha requerido a Vizcarra. Le indica que declare sobre los delitos de colusión agravada, cohecho y asociación ilícita para delinquir. Debe responder antes revelaciones de varios investigados sobre sobornos que habría recibido.
Vizcarra dice que tiene toda la disposición para aclarar esos temas. Sin embargo, en vez de responder ante el fiscal Juárez Atoche, recurre a una maniobra dilatoria.
La maniobra consiste en decir que no le queda claro quién debe investigarlo. Por eso le pide aclaraciones a la fiscal de la Nación.
Si tuviera disposición para absolver las imputaciones, el presidente no enviaría un oficio a la titular del Ministerio Público. Anunciaría el lugar dónde declarar ante el fiscal.
Del presidente no cabe esperar colaboración con la justicia y menos revelación de la verdad. Vizcarra nunca ha dicho la verdad.
Dijo que solo conocía a Richard “Swing” de la campaña, y era mentira. Lo conocía de las muchas visitas que este le hizo en la zona reservada de sus oficinas en Palacio de Gobierno.
Vizcarra también dijo que no conocía a Antonio Camayo, el empresario vinculado al caso de “los Cuellos Blancos”. Y sí lo conocía. Lo había visitado en su propia casa.
Walter Ríos, procesado y en prisión por este caso, dijo en 2018: “el flamante presidente Vizcarra chupa ron Zacapa puro en la casa de Toñito (Camayo)”. Se pensó que era una fanfarronería, pero hay foto y varios testimonios de la visita.
Vizcarra dijo que concurrió a las oficinas de la constructora ICCGSA para tratar asuntos técnicos del Hospital de Moquegua. Otros investigados aluden a las reuniones con Vizcarra para dar cuenta del pago de un soborno.
Alguna vez, el investigado dijo que su empresa, CyM Vizcarra, no tuvo nada que ver con Odebrecht. “Es falsa esa información”, declaró en su momento.
Ya se sabe, ahora, que su empresa fue proveedora de un consorcio liderado por Odebrecht. Si no había problema con eso, ¿por qué Vizcarra negó enfáticamente la relación con Odebrecht?
¿Por qué recurrió el mandatario a la coartada de “no era Odebrecht sino un consorcio liderado por Odebrecht”?
Queda claro que Vizcarra nunca dice la verdad. No se debe esperar, por tanto, una honesta colaboración suya con la justicia.
Vizcarra está citado para el próximo martes por el fiscal Juárez. Si asiste a la citación, podremos decir que empieza a cambiar, a colaborar con la justicia. Si no asiste, se confirmará una inconducta procesal.
Vizcarra puede contradecirse, decirse y desdecirse, lo que quiera, frente a los periodistas. Ante un fiscal, sin embargo, sus dichos formarán parte de un proceso investigatorio.
El martes veremos cuánta disposición tiene Vizcarra de colaborar, no con la fiscal de la Nación, sino con la investigación fiscal.
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