Héctor Villalobos


no podrá salir del país en los próximos 12 meses. La resolución de la jueza Margarita Salcedo, que dispone la medida restrictiva, afirma que existe una “sospecha fuerte” de su vinculación con el delito de cohecho. La lectura de las 62 páginas del documento y la revisión de los más de 150 contundentes elementos de convicción que se han presentado en contra del exmandatario dejan la sensación de que Vizcarra goza de una suerte procesal única, algo que no ha acompañado a muchos otros políticos de este país . La pregunta que muchos se deben haber hecho tras conocer la decisión judicial es: “¿Y por qué solo tiene impedimento de salida del país?”.

La percepción de impunidad que rodea al expresidente se refuerza cuando uno recuerda los casos de otros políticos involucrados en investigaciones por corrupción. Por menos de la mitad de evidencias que hay contra Vizcarra, varios cumplieron o cumplen prisión preventiva. Algunos de ellos ni siquiera fueron funcionarios públicos.

Los cargos contra Vizcarra no son poca cosa. La fiscalía lo acusa de haber recibido S/2,3 millones en coimas cuando fue gobernador regional de Moquegua. La investigación por los casos Lomas de Ilo y Hospital de Moquegua es respaldada por diversos documentos, correos electrónicos, cheques y mensajes de WhatsApp. Además, están los testimonios de colaboradores eficaces, uno de ellos el exministro Juan Manuel Hernández, quien admitió haber sido el intermediario de las coimas. La Unidad de Investigación de El Comercio cumplió un rol clave en la difusión de este caso.

Además de este proceso, Vizcarra tiene otros antecedentes que por sí solos habrían bastado para sepultar la carrera política de cualquier otra persona. No hay que olvidar que mientras miles de peruanos morían por falta de atención médica, en un acto de descarado aprovechamiento de la investidura, Vizcarra y sus parientes se vacunaban a escondidas en Palacio de Gobierno. Tampoco que cerró el Congreso con una interpretación antojadiza a la que denominó denegación fáctica y que, cuando las investigaciones fiscales lo empezaban a acorralar, intentó ganar impunidad postulando a ese mismo poder del Estado contra el que tantas veces despotricó. Ahora es el rostro de un partido político pese a que está inhabilitado para ejercer cargos públicos. La gente que piense que estará votando por Vizcarra terminará respaldando a cualquier desconocido que vendrá con quién sabe qué antecedentes o intenciones.

Y mientras la investigación por corrupción continúa avanzando, un desangelado Vizcarra se camufla en las redes sociales dándoselas de tío chévere del TikTok que sale en pijama y pantuflas lavándose los dientes, que cocina y que maneja su bicicleta. Es la estrategia del aprovechamiento político a través de videos, peluches y estribillos simplones. No importa el vacío del mensaje. La frivolidad es su herramienta y su objetivo es el olvido.