La lógica del ministro del Interior, Daniel Urresti, sobre el sicariato da pie para todo tipo de interpretaciones. Despreocupado, dijo que el homicidio por encargo, o sea el sicariato, es casi en su totalidad algo de hampones que quieren matar a otros hampones. ¿Qué podemos entender? ¿Que está bien pues ‘limpia’ a la ciudad de delincuentes? ¿Que las calles del país, y especialmente de Lima, seguirán siendo el escenario de estos asesinatos? ¿Que así se garantiza la seguridad de ‘casi’ todos los que no pertenecemos al hampa?
En su psicodélica opinión ¿solo deben preocuparse quienes no practican una dieta vegetariana, porque el asesinado de Barranco entraba a un restaurante de carnes, y otro antes estaba en una hamburguesería? El asunto no puede tomarse a la ligera y el ministro se equivoca si cree que “el sicariato solo debe preocupar a los delincuentes”.
Ayer mismo el presidente Humala, saliendo al paso a las declaraciones de su ministro, confundió más a todos. Según Humala “la posición del gobierno es que tenemos que luchar, enfrentar a esta práctica criminal que viene ya de décadas atrás producto de un fenómeno de globalización”. ¿Cómo dice que dijo? ¿Ahora tenemos que ser antiglobalización para estar seguros? El presidente repitió eso de que los principales actos de sicariato se dan entre bandas criminales, lo que “no implica que la población pueda sentirse segura”. Gracias por intranquilizarnos aun más y quitarnos el sueño señor presidente.
Cada día un peruano es asesinado por encargo, es decir por un sicario. Así andan las cosas. Este dato fue revelado hace pocas semanas por la División de Homicidios de la Dirección de Investigación Criminal. De enero a setiembre 288 asesinatos fueron perpetrados por sicarios, es decir 30% de los 972 homicidios registrados en ese periodo. Y es un hecho que los asesinatos por encargo parecen ya imparables, y hasta la fecha el 90% no ha sido esclarecido (incluido el de nuestro recordado compañero de trabajo el fotógrafo Luis Choy, de día y en la puerta de su casa).
La figura del asesino a sueldo no es nueva ni tiene nada que ver con la globalización como dice el presidente, o ¿cree que en el Tahuantinsuyo todos eran santos?
En la Roma precristiana el sicariato fue drásticamente castigado con la ley Cornelia sobre apuñaladores y envenenadores. La palabra sicario viene de “sica”, (latín para puñal o daga), así que “sicarius” (sicario) viene a ser algo como “hombre-daga”. Hoy los “hombres-daga” usan armas de fuego y se trasladan en motocicletas (85% de los 116 asesinatos por encargo perpetrados entre el 2010 y el 2013 involucraron a motociclistas). Esas motos, además, son repotenciadas con gasolina de avión de 110 octanos, así que tras cumplir con el ‘encargo’ salen volando.
El sicariato –lo dijo un analista en este Diario– es un crimen complejo que deriva de la posesión ilícita de armas de fuego, la extorsión, el cobro de cupos y la venta ilegal de drogas. Todos estos delitos tienen como víctima a la sociedad civil en general y no diferencian a hampones de inocentes.
El colmo
Sicarios ofrecen sus servicios en Internet
— Avisos de servicios de sicarios se encuentran en Internet: “Si alguien lo atormenta, déjelo en nuestras manos. Eliminación o desaparición. Reserva y eficiencia. Trabajamos en Lima. Nosotros lo hacemos por usted”, puede decir un aviso entre otros de ventas o alquileres.
La vida no vale nada
Crímenes por encargo cuestan desde S/.100
— Solo en enero pasado se perpetraron 11 asesinatos por encargo (sicariato). Un crimen por encargo cuesta de 100 a 1.000 soles y en algunos casos muy “profesionalizados” pueden llegar a costar hasta 20 mil soles, según fuentes policiales.