No, a mí me da vergüenza que el presidente Ollanta Humala sea tan lapidario en un caso que aún no está cerrado. El mandatario se ha disculpado pero el daño ya está hecho. Todavía falta una semana para conocer los resultados de la contraprueba de Mauricio Fiol. Recién allí podremos ser más precisos y concluyentes en el análisis de este supuesto dopaje del nadador en los Juegos Panamericanos. Toca esperar y no dictar sentencias, algo tan simple como eso. Algo que a nuestro presidente nadie se lo ha explicado. Qué vergüenza.
Me da vergüenza que el Estado se sume al apanado masivo sobre Fiol y no haga una sola autocrítica sobre la ausencia de un plan nacional para desarrollar el deporte peruano. Es curioso pero aquí invertimos muy poco (y muy mal) para hacernos fuertes en la alta competencia internacional. Es tan sencillo seguir el ejemplo de países como Colombia (invierte más y con mejor planificación), que ha sumado hasta el momento 59 medallas en Toronto 2015 (más que el Perú en toda su historia en Panamericanos). Un estudio publicado el año pasado por la Sociedad de Comercio Exterior del Perú explica que por estos lares se invierte más en levantar elefantes blancos (estadios inútiles en poblaciones que no los necesitan) antes que dar respaldo económico a deportistas con proyección. En su último discurso presidencial, Ollanta Humala tiene la gran oportunidad de hablar sobre el aporte de este gobierno para resucitar el deporte. Si una vez más no dice nada, también me dará mucha vergüenza (ajena).
Me da vergüenza que los políticos usen a Mauricio Fiol como un guion para distraer. Los candidatos a la presidencia primero deberían preocuparse en rendir sus cuentas antes que opinar sobre un tema tan ignorado antes por ellos. Fiol no llegó a los Juegos Panamericanos porque ganó una lotería. Fueron más de diez años de entrenamiento sin apoyo estatal: solo la apuesta de su familia y de un club privado. Quizá se equivocó en su preparación y pagará muy caro por eso. Pero que nuestros gobernantes no se disfracen de la Santa Inquisición para pedir a un deportista que rinda cuentas, cuando este muchacho no les debe nada. No asumir eso también es vergonzoso.
Me da vergüenza que por desidia del Estado no se haya avanzado casi nada para los próximos Juegos Panamericanos Lima 2019. Si no nos han quitado la sede es porque nos tienen más paciencia que pasajero del Metropolitano a las seis de la tarde. Lo de Mauricio Fiol me da mucha pena; vergüenza nunca. Vergüenza me dan los políticos y el manoseo del deporte para sus intereses. Vergüenza me dan las encuestas presidenciales para el 2016. Me dan vergüenza y miedo (mucho miedo).
[Mi columna publicada hoy en El Comercio. Salimos todos los jueves]