Alejandra Costa

Si existiera un altarcito en los pasillos del en el que el ministro de turno pudiera prender velas para rezar por un mayor avance de la economía, el principal cirio prendido perennemente tendría que estar dedicado al precio del . No hay otra variable fuera de nuestro poder que tenga más influencia directa sobre el crecimiento y la recaudación tributaria, ofreciendo espacio fiscal al titular del MEF cuando sube y quitándoselo cuando retrocede.

El precio del metal rojo ha estado alineado con épocas de ‘vacas gordas’ y de ‘vacas flacas’ en el país dependiendo de factores como la producción esperada de países como Chile, el y el Congo, y la demanda prevista de , EE.UU. y la Unión Europea.

Con las dudas que dominan los mercados sobre la futura fortaleza de China y de EE.UU. –y tras el susto global de este lunes–, parece que estamos llegando al final de la reciente fiebre por el cobre, un síntoma secundario del copioso entusiasmo por el efecto esperado de la inteligencia artificial en la demanda de electricidad y de la popularidad de los autos eléctricos.

Como mostró “Gestión” esta semana, el cobre ha caído por debajo de los US$4 por libra, un retroceso del 22% frente a su pico de mayo, mes en el que superó los US$5 por libra. Sin embargo, hay que decir que aún se mantiene por encima del nivel en el que se situó hace un año y todavía supera los estimados del MEF para el cierre de este año (US$3,80 por libra), según la actualización de proyecciones de abril.

¿Es un escenario para preocuparse? Todo indica que sí. Recordemos que el MEF aprobó, con apoyo del Congreso, un aumento de S/3.000 millones en el ya abultado presupuesto del 2024, fundamentado en la esperanza de que los ingresos fiscales se recuperen en la segunda mitad del 2024. Es como un empleado que, confiando en la promesa de un aumento de sueldo, se endeuda más de la cuenta y no puede evitar entrar en pánico cuando el precio del principal producto de la compañía se desploma.

La realidad es que con el cobre alejándose, por ahora, de los niveles extraordinarios alcanzados en abril y mayo, se reducen las posibilidades de un milagro que permita que se incrementen los ingresos tributarios lo suficiente como para cubrir los crecientes gastos y evitar que el déficit fiscal vuelva a superar el techo fijado por el propio MEF por segundo año consecutivo.

Y si EE.UU. cae en recesión y el Gobierno Chino continúa sin aplicar medidas para fortalecer a su golpeado sector construcción, tendremos que encender más de una vela para que el déficit y el crecimiento del PBI cierren el año en un nivel que no nos decepcione nuevamente.





*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Alejandra Costa es Curadora de Economía de Comité

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