Si usted me lee cada semana, le pido disculpas porque hoy volveré a un tema del que ya he escrito: el inexcusable vacío en el Viceministerio de Hacienda en pleno debate del proyecto de ley de presupuesto del 2025.
Ya han pasado 73 días desde que, el 10 de setiembre, el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) publicó la resolución aceptando la renuncia de Betty Sotelo al cargo, se entiende, por discrepancias con el aumento del presupuesto para el próximo año que el Gobierno exigió y que el ministro de Economía, José Arista, aceptó sin ruborizarse.
Pese a que la definición del presupuesto para el próximo año requiere el protagonismo del Viceministerio de Hacienda, ni en lo que restó de setiembre ni en octubre ni en lo que va de noviembre el ministro Arista se ha preocupado por nombrar a alguien experimentado que proteja la disciplina fiscal como viceministro.
Y falta poco más de una semana para que el pleno del Congreso tenga que aprobar las leyes que definen cuánto gastará todo el Estado Peruano, en qué, de dónde saldrán esos recursos y cuánto se puede endeudar en el 2025.
Es más fácil, por supuesto, ceder a las presiones de los parlamentarios cuando no se tiene que consultar a un técnico cuya función es cuidar, precisamente, la caja fiscal. Es más sencillo aceptar las solicitudes de Palacio de Gobierno cuando no hay nadie asegurándose de que los recursos públicos se administren de manera responsable y sostenible. Es más simple seguir destruyendo la institucionalidad del MEF con menos funcionarios sentados en la mesa.
No es Arista uno de esos ministros a los que los presidentes llaman para pedirle su opinión. A juzgar por las decisiones que el Gobierno ha tomado desde su llegada, es un ministro al que el jefe del Gabinete Gustavo Adrianzén o la presidenta Dina Boluarte contactan como uno llamaría a un restaurante para pedir delivery: lo único que le queda al interlocutor es tomar nota de nuestro pedido y enviarlo.
La diferencia es que la cuenta, en este caso, la pagamos todos. Pero no lo haremos hoy. La pagaremos cuando algún próximo ministro, envalentonado por el legado de Alex Contreras y José Arista, aumente el endeudamiento para seguir priorizando el tener contentos a los gobernadores regionales y a los congresistas. La tendremos que cubrir cuando algún futuro gobierno, aprendiendo de Boluarte, siga tomando decisiones sin escuchar a los cada vez más silenciados técnicos del MEF y termine poniendo en riesgo el grado de inversión.
Es necesario encontrar la forma de evitar que tengamos que pagar en el mediano o en el largo plazo el altísimo costo de que el actual MEF esté dispuesto a sacrificar la disciplina fiscal por la supervivencia política.