El pasado viernes, en el marco de un extenso mensaje por 28 de julio, la presidenta Dina Boluarte, entre tantas metas y acciones que su gobierno pretende alcanzar, hizo pública su decisión de garantizar la conectividad digital en todo el Perú, la modernización del Estado a través del desarrollo de mejores servicios digitales, la lucha contra la ciberdelincuencia, entre otros aspectos.
Dicho sea de paso, el discurso de Fiestas Patrias de la presidenta Boluarte no es el primero en el que se incluye un rosario de medidas tendentes a mejorar la conectividad digital en sus diversos aspectos, pues desde hace un lustro el tema digital empezó a nombrarse con fuerza en esos documentos. Digamos que la resonancia de la temática digital empieza a volverse más popular con el accidentado gobierno de Pedro Pablo Kuczynski, para continuar presente en los posteriores cambios de mando que hemos visto en todo ese tiempo.
Es curioso que mientras en el último lustro hemos sido testigos de una crisis política compleja que nos ha llevado a sucesivos cambios de jefes de Estado, una de las poquísimas políticas públicas –acaso la única– que siguió incólume y que, más aún, siguió ganando presencia, haya sido una que curiosamente aún no es percibida como relevante por toda la ciudadanía.
Sí, pues, pese a que desde el 2015 se empezaron a mencionar todos los 28 de julio términos como “gobierno electrónico”, “datos abiertos”, “gobierno abierto”, “alfabetización digital”, “talento digital”, “confianza digital”, “ciberdelincuencia”, etc., los niveles de ciudadanía digital en el Perú son todavía insuficientes. De acuerdo con los datos de la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho) 2015-2020, todavía hay una proporción cercana al 50% de la población que no ejerce esa ciudadanía digital.
Pero ¿qué es la ciudadanía digital? ¿Es usted un ciudadano digital?
Según la entidad responsable del despliegue de una cultura digital en el país, la Secretaría de Gobierno y Transformación Digital (SEGDI) de la PCM, la metodología de la Enaho para los años 2008-2018 caracteriza el ejercicio de la ciudadanía digital (considerando desde personas a partir de los seis años) “en base al uso efectivo de las tecnologías digitales asociadas a Internet”.
O sea, uno es un ciudadano digital en el país si puede cumplir con algunas determinadas capacidades que le garantizan que podrá aprovechar de la manera más adecuada posible todos los beneficios de Internet. Entonces, uno es un mejor ciudadano digital si, por ejemplo, puede capacitarse y autoeducarse a través de medios digitales –el nivel cuatro, según la caracterización propuesta por la SEGDI– a diferencia de si solo sabe buscar información en Internet –nivel 1 de la mencionada escala de ciudadanía digital, según la SEGDI–.
Un plan de transformación digital como el que se anunció el viernes pasado y que ya existe en el papel, requiere sobre todo de más ciudadanos digitales. Pues los que van a operar servicios y beneficios somos todos los peruanos y peruanas. Por ello, es muy importante que todos tengamos consciencia de esa situación y midamos nuestras capacidades digitales con base en esos ocho niveles.
Desde aquí, le hago llegar una sugerencia a la SEGDI: ¿por qué no facilitar más información sobre las capacidades que se han definido para el ejercicio de la ciudadanía digital? O, mejor aún, ¿por qué no facilitar instrumentos de autocapacitación y categorización?
Estoy segura de que muchos entenderán mejor la relevancia de contar con una política nacional de transformación digital si es que primero se identifican con ella para sacarle provecho.