La historia que ha contado el ministro del Interior, el general PNP (r) Carlos Morán, es poco creíble. Cuando la policía va a resguardar a alguien –sobre todo en un caso tan sensible como el de Alan García–, lo primero que hacen es advertir a la persona que van a proteger que están allí, se identifican (por lo menos el jefe) y establecen el contacto para cualquier eventualidad. En este caso no hicieron nada de eso.
Además, Morán tiene antecedentes de mentir para tratar de ocultar el espionaje ilegal por parte de la policía. Lo sé por experiencia. Es inescrupuloso y capaz de cualquier cosa (Rosa María Palacios también puede dar testimonio de eso). Lo dije el mismo día que se conoció su nombramiento como ministro en Canal N y “Correo” (19 y 20 de octubre, respectivamente).
Es posible entonces que hayan estado vigilando, tomando fotos y videos para averiguar quién visitaba al ex presidente y eventualmente interceptando sus comunicaciones. Para esto último no se requiere, si se está cerca del objetivo, más que un pequeño equipo portátil como una laptop que puede interceptar varios teléfonos celulares simultáneamente. El asunto es que si eso es lo que ocurrió, el gobierno lo va a negar y encubrir, y es poco probable que se haga una investigación independiente.
Morán tiene antecedentes. En mayo del 2013 denuncié públicamente que la DINI (Dirección Nacional de Inteligencia), dirigida por un militar en retiro compañero de promoción de Ollanta Humala, me estaba investigando a mí y a mis familiares, como parte de indagaciones más amplias. Era información que había recibido de una fuente fidedigna (a principios del 2015 se confirmó mi denuncia: Américo Zambrano publicó en “Correo” varios reportajes que demostraban que en efecto la DINI había investigado a miles de ciudadanos, entre los cuales me encontraba yo y familiares cercanos. La presidenta del Consejo de Ministros, Ana Jara, fue censurada por el Congreso por esa causa).
El gobierno de Ollanta Humala y Nadine Heredia, por supuesto, negó airadamente la denuncia que hice. E inmediatamente ordenaron a la policía que me siguiera para saber quién me proporcionaba esa información. En este caso me enteré con pormenores del operativo de vigilancia desde el día anterior a que empezara (comenzó el lunes 20 de mayo del 2013). Y en los días siguientes recibí información detallada del mismo. No tenía la más mínima duda de que era cierto.
El miércoles 29 de mayo fueron intervenidos por el serenazgo de Miraflores dos policías que me vigilaban en el Parque del Amor, frente a mi oficina. Un policía se identificó con los serenos y se escabulló, pero la otra, una policía, no pudo hacerlo porque la persona que los había denunciado como sospechosos estaba allí. La llevaron a la comisaría, donde se identificó. Luego llegó un comandante PNP y la rescató.
Inmediatamente recibí esa información. Se la conté a un periodista.
El domingo 9 de junio “Cuarto poder” de América TV propaló un reportaje en el que identificó a la policía intervenida –que pertenecía a la sección de asuntos políticos de la Dirin (Dirección de Inteligencia de la Policía)– y los datos del espionaje. Inmediatamente –y en días siguientes– apareció Carlos Morán, en aquel momento jefe de Estado Mayor de la PNP, para negar descaradamente los hechos y justificarlos con una historia inverosímil: los policías habían estado vigilando a unos supuestos narcos colombianos de los cuales nunca se supo nada. En un artículo lo describí en aquella ocasión como “un individuo muy hábil y a la vez siniestro y oportunista”.
Luego el periodista Gustavo Gorriti, con el cual Morán tenía una relación estrecha desde tiempo atrás, publicó dos extensos artículos en “Caretas” con la versión de Morán, del general José Céspedes (jefe de la Dirin) y el coronel Arcenio Domínguez, el responsable del operativo de seguimiento. El gran periodista de investigación no hizo lo elemental, consultar a la otra parte. Se basó exclusivamente en la versión de los victimarios.
En una conferencia de prensa, los ministros del humalismo Juan Jiménez Mayor, Pedro Cateriano y Wilfredo Pedraza negaron todo y me acusaron de haber inventado la historia. El gobierno de Humala, jugando en pared con el supuestamente imparcial Gorriti, echó tierra al asunto. Y siguieron espiando.
Ese es Carlos Morán. Como reza el refrán, en boca del mentiroso, hasta lo cierto se hace dudoso. Por eso su versión sobre la vigilancia a Alan García no es digna de crédito.
(Estos son los títulos de algunos de los artículos que publiqué en esa ocasión en el diario “La República”: “Vuelven a las andadas”; “Evocando al SIN de Montesinos”; “Espionaje político: un balance”; “Encubriendo el espionaje”. El 19 y 26 de mayo y el 2 y 16 de junio del 2013, respectivamente).