“Además del mercado y el Estado, son las comunidades las que deben ser revaloradas y organizadas para proteger a la gente y a las sociedades”. (Ilustración: Giovanni Tazza).
“Además del mercado y el Estado, son las comunidades las que deben ser revaloradas y organizadas para proteger a la gente y a las sociedades”. (Ilustración: Giovanni Tazza).
/ Giovanni Tazza
Marco Kamiya

La respuesta a los problemas de políticas públicas son comúnmente más acción del Estado, o más poder del mercado. Veamos:

Caso 1: Los barrios marginales de la ciudad, donde vive la tercera parte de la población, no reciben agua potable. Proveer agua a caseríos ubicados en lomas es costoso y el municipio no tiene suficiente capacidad financiera para invertir. Solución: el Estado se endeuda para construir el sistema de agua, o el mercado distribuye mediante camiones cisterna.

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Caso 2: Los robos y asaltos en la ciudad están aumentando. Solución: el Estado crea una fuerza especial de seguridad con permiso para operar sin muchas restricciones, o el mercado diseña sistemas de seguridad privada.

Caso 3: En los países de la región 80% de los ciudadanos no tiene seguro médico. Solución: el Estado financia precarios servicios de salud obligatorios, o el mercado ofrece seguro privado de acuerdo con la capacidad de pago de las personas.

Los gobiernos –el Estado–, centrales y locales, tienen demandas que sobrepasan sus capacidades, sobre todo en situaciones de crisis. El mercado no es la solución a todo, los pobladores de barrios marginales pagan más del doble por agua de menor calidad. Un seguro médico privado deja a mucha gente fuera del sistema y nunca llega a ser universal en sociedades que sufren de desigualdad y pobreza. Las comunidades, organizadas y con canales de expresión, pueden ofrecer soluciones ajustadas a sus realidades, complementando al Estado y al mercado.

, dice en su libro “El tercer pilar” (“The third pillar”, 2019) que, además del mercado y el Estado, son las comunidades las que deben ser revaloradas y organizadas para proteger a la gente y a las sociedades. Rajan critica enérgicamente el diseño de políticas económicas, esto es sugestivo porque él tiene todas las credenciales de un economista ortodoxo: es profesor de la Universidad de Chicago, fue director de investigaciones del Fondo Monetario Internacional y gobernador del Banco de la Reserva de la India. Pero justamente, viniendo de la India –país muy complejo con cientos de idiomas, castas, etnias, y religiones, en medio de enormes disparidades económicas– es sensible a los temas sociales. La vinculación de la gente a sus comunidades es la que ofrece un seguro ‘social’ y apoyo psicológico y humano en tiempos de emergencia.

Las comunidades en el sentido amplio pueden ser muchas cosas: pobladores de una localidad, refugiados de un país vecino, obreros de un sector industrial, migrantes de las provincias, descendientes de un país común, grupos de emprendedores jóvenes, colectividad de mujeres, federación de médicos, y muchas otras a las que se suman hoy algunas sólidas comunidades virtuales unidas por Internet. Las comunidades sirven para apoyar a sus miembros, pero más importante aún, si son escuchadas, permiten incorporar sus demandas en la gobernanza política y social de sus ciudades.

Los lugares donde la gente vive y trabaja son espacios que modelan la identidad de las personas, no son simples urbes anónimas. Hay muchos ejemplos en la investigación económica de vecindarios donde los lazos sociales son débiles o casi inexistentes porque la inseguridad y la falta de oportunidades impiden el ascenso social. Hay vecindarios donde la acumulación de basura, la profusión de grafitis en las paredes, o la vandalización de bancas en los parques, alumbrado y otros bienes públicos, no solo son culpa del Estado, sino que demuestran la ausencia de comunidades.

Por eso hay que estar alerta contra las visiones excesivamente románticas: las comunidades son solo un elemento. Una excesiva injerencia del Estado crea burocratización y da paso a populismos; un énfasis exagerado en los beneficios del mercado deja a gran parte de la población sin servicios, provocando abusos y desigualdad. Demasiadas comunidades con desordenados canales de participación impiden la toma de decisiones impidiendo la implementación. Rajan dice simplemente que las comunidades son el “punto ciego”, están allí, pero se ignoran. Las comunidades son un pilar, junto al mercado y al Estado para lograr sociedades más prósperas.

(*) Los comentarios del autor no comprometen a la institución a la que pertenece.

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