El presidente estadounidense Joe Biden planea realizar su Segunda Cumbre por la Democracia el 29 y 30 de marzo para “defender las elecciones libres y justas” en todo el mundo. Considerando los últimos acontecimientos en México, debería pensar seriamente en no invitar al presidente mexicano, o en darle un papel muy secundario.
El presidente Andrés Manuel López Obrador está haciendo retroceder a México a su pasado autoritario, cuando un partido político todopoderoso gobernó el país durante siete décadas consecutivas hasta el 2000. El Partido Revolucionario Institucional (PRI) controlaba prácticamente todas las instituciones estatales y podía manipular las elecciones a su antojo.
Hay varias razones por las que López Obrador no debería ser invitado a la cumbre virtual que Biden organizará junto a los gobiernos de Costa Rica, Holanda, Corea del Sur y Zambia. La sesión plenaria contará con la presencia más de 100 gobiernos de todo el mundo.
En primer lugar, López Obrador está desmantelando el Instituto Nacional Electoral de México, o INE, la agencia electoral independiente que ha hecho posibles las elecciones libres en México desde la década de 1990. El INE es una institución neutral que, además de estar a cargo del conteo de votos, supervisa el proceso electoral para asegurarse de que los funcionarios y candidatos cumplan las reglas electorales.
El partido de López Obrador, que tiene mayoría en el Congreso, aprobó el 22 de febrero un proyecto de ley apoyado por el presidente que recorta drásticamente el personal del INE y le quita a la institución la capacidad de cumplir su misión.
Si la Suprema Corte lo confirma, la reforma del INE podría permitir que el partido de López Obrador manipule el proceso y los resultados de las elecciones presidenciales del 2024.
En segundo lugar, López Obrador se ha convertido en un aliado cada vez más entusiasta de las dictaduras de Cuba y Venezuela. A principios de este mes, el presidente mexicano condecoró al dictador cubano Miguel Díaz-Canel con la medalla más importante de México para extranjeros. En esa oportunidad, López Obrador afirmó que la isla, que tiene cientos de presos políticos y no ha permitido elecciones libres en las últimas seis décadas, tiene un “gobierno profundamente humano”. López Obrador incluso boicoteó la Cumbre de las Américas de Biden celebrada en Los Ángeles el año pasado porque Biden, para su crédito, no había invitado a la dictadura cubana a la reunión.
En tercer lugar, López Obrador ha tenido una postura ambivalente sobre la invasión rusa de Ucrania. Aunque México votó en las Naciones Unidas a favor de que las tropas rusas se retiren de Ucrania, López Obrador criticó el mes pasado el suministro de tanques Leopard 2 de Alemania a Ucrania, alegando que fue algo incitado por los medios y “las oligarquías del mundo”. La embajada rusa en México emitió un comunicado agradeciendo a López Obrador por su apoyo.
A pesar de todo esto, el gobierno de Biden, igual que el de su predecesor, ha tratado por todos los medios de evitar criticar a López Obrador. Estados Unidos solo ha dicho en términos generales que apoya elecciones libres en todo el mundo, sin mencionar a México por su nombre.
Es probable que los funcionarios estadounidenses teman que, si condenan las acciones del Gobierno Mexicano contra el INE, López Obrador tomará represalias reduciendo la cooperación de México para detener a los inmigrantes indocumentados en la frontera.
Pero Biden no debería premiar a López Obrador con un asiento en la mesa virtual de su Cumbre por la Democracia. Allí deberían estar los países que están tratando de mejorar sus sistemas democráticos.
Es hora de que Biden se ponga del lado de los mexicanos que luchan por seguir teniendo elecciones supervisadas por una agencia independiente, y no del lado del gobierno que está tratando de controlar el aparato electoral.
–Glosado y editado–
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