Los economistas nos hemos llenado la boca hablando de las fortalezas de la economía peruana, y en el proceso hemos convencido a la clase política de que el Perú es fuerte macroeconómicamente. En muchos casos esa clase política, que en su mayoría no sabe realmente lo que significa ser macroeconómicamente fuerte, ha creído que esta fortaleza es un don divino inmutable.
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