Este 2015 comencé con un ejercicio saludable que ha tenido simpáticos resultados para analizar. Menos dosis de Twitter para el alma. Todos mis ‘tuits’ de enero suman lo que hace un par de años escribía solo en una hora. Respiro aliviado y puedo disfrutar que salga el Sol. He tomado distancia porque Twitter ya no es un espacio amigable, sino es un circo donde para sobrevivir a veces tienes que disfrazarte de un incorregible payaso.
A lo lejos es posible hacer una mejor radiografía de una red que se ha puesto muy picante por estos días. Twitter ha dejado de ser un punto de encuentro para millones de amigos sino una zona de guerra mediática. Twitter se ha puesto ‘thriller’ y eso también está directamente relacionado con la invasión casi bárbara de la clase política a este universo virtual.
“Los políticos ensucian todo”, me dice un conversador taxista mientras soportamos el tráfico del Centro de Lima. Después de leer los últimos desencuentros en Twitter cualquier peruano promedio podría darle la razón a ese buen hombre. No solo es Daniel Urresti, con su incontinencia digital, dándonos clases diarias sobre lo que no debemos hacer en redes sino también los demás líderes políticos. Nadie se salva. Mauricio Mulder le menta la madre a quienes lo critican, Daniel Abugattás bloquea sin sentimiento de culpa a sus “enemigos” y Kenji Fujimori parece haberse mimetizado con el personaje creado por JB.
Se hace política vía Twitter, los Congresistas se pelean por Twitter, los líderes de opinión más intolerantes bloquean porque no saben debatir. Los ‘tuiteos’ son las noticias más leídas del día. Qué miedo. Paren que me bajo. Así no juego. La red social del inocente pajarillo se ha llenado de cuervos. El pájaro de Twitter hoy está triste y azul.