"las mujeres sí desean tener oportunidades en las ciencias, es solo que muchas se encuentran atrapadas" (Ilustración: Giovanni Tazza).
"las mujeres sí desean tener oportunidades en las ciencias, es solo que muchas se encuentran atrapadas" (Ilustración: Giovanni Tazza).
/ Giovanni Tazza
Oswaldo Molina

El viernes pasado se conmemoró el. En un país como el Perú –en el que el gobierno, a través de sus designaciones de funcionarios, nos demuestra su poco interés por la problemática de las –, es fundamental que ahondemos en por qué las peruanas están menos presentes en campos asociados a la , la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (o, como se les conoce, carreras STEM), aun cuando estas son más rentables. De hecho, en el Perú, de acuerdo con la Sunedu, solo el 32% de los egresados de estas carreras son mujeres.

Ahora bien, para comprender las razones detrás de estos números debemos ir más allá y entender qué les ocurre a las durante el camino de su formación, porque es ahí donde los estereotipos juegan un rol clave. Y es que, a pesar de no existir diferencias de capacidad entre niños y niñas, las niñas suelen ser percibidas como menos hábiles en campos como las matemáticas. Junto con mis colegas Francisco Gallego (PUC Chile) y Christopher Nielson (Princeton) tuve la oportunidad de investigar precisamente sobre las percepciones de las niñas en nuestro país. Los datos son demoledores. Hacia el final de la primaria, solo el 28% de las niñas cree que es hábil en matemáticas, mientras que, en contraste, el 45% de los niños tiene esa percepción sobre su propia habilidad. Esta autopercepción de las niñas sigue empeorando conforme avanza en la secundaria: en quinto de secundaria solo el 16% de las mujeres se considera hábil en matemáticas. Estos estereotipos, además, son reforzados tanto en el hogar como en las escuelas. En el hogar, encontramos que los padres sistemáticamente creen que sus hijos varones son más hábiles en matemáticas que sus hijas mujeres y, en consecuencia, les terminan asignando a estas últimas una mayor carga de trabajo doméstico. En la escuela, por su parte, una investigación de Michela Carlana (Harvard) muestra cómo la brecha de género en rendimiento en matemáticas en el colegio se triplica en aquellas clases cuyo profesor tiene creencias basadas en estereotipos de género (es decir, asocia implícitamente las matemáticas con los niños). Como es de esperarse, sea por su debilitada autopercepción, el poco apoyo en sus hogares y escuelas o simplemente por sus mayores obligaciones en las tareas domésticas, encontramos también que las jóvenes terminan dedicando menos horas semanales al estudio de las matemáticas. Al hacer eso, aquello que era inicialmente solo una autopercepción errónea termina por confirmarse. Estamos justamente frente al drama de la profecía autocumplida. No es, por tanto, una sorpresa que las jóvenes prefieran optar por otro tipo de carreras al culminar sus estudios escolares.

A lo largo de este camino que deben transitar las niñas, cuánta falta les hace modelos a seguir. ¡Los libros de ciencia están llenos de científicos varones! La aparición de modelos a seguir femeninos ayuda a romper los estereotipos de género y puede ser una fuente esencial de motivación para las niñas. Para que nos hagamos una idea de cuán relevante puede ser esto, un reciente estudio de Emma Riley (Universidad de Washington) muestra evidencia experimental del impacto de los modelos a seguir en los resultados de un importante examen nacional durante la secundaria en Uganda. Ella proyectó a un subgrupo de estudiantes una motivadora película con una protagonista femenina –La reina de Katwe– justo antes de este importante examen nacional, mientras que al resto de estudiantes los hizo ver cualquier otra película. Aquellos que vieron la película seleccionada tuvieron un mejor rendimiento en el examen, en especial en matemáticas. Y como era de esperarse, los mayores efectos estuvieron concentrados en las mujeres.

Enderezar el camino a las ciencias de las niñas y mujeres requiere, por tanto, un ataque directo y certero a los estereotipos y la aparición de modelos a seguir en los que se puedan ver reflejadas nuestras niñas. Esta fue precisamente la experiencia de Lucía del Carpio y María Guadalupe (ambas de INSEAD) cuando buscaban reclutar mujeres de escasos recursos del Perú y México para un curso de programación informática. Aquellas convocatorias que incluían mensajes motivadores y un ejemplo femenino exitoso en ese campo tuvieron una tasa de respuesta del doble en comparación con las convocatorias tradicionales. Y es que las mujeres sí desean tener oportunidades en las ciencias, es solo que muchas se encuentran atrapadas, como en un camino que parece un círculo, en aquellas percepciones falsas que les han repetido desde su niñez.

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