¿Estamos en un mundo más moral?, por Ian Vásquez
¿Estamos en un mundo más moral?, por Ian Vásquez
Ian Vásquez

Decía Voltaire que “aquellos que te hacen creer en absurdos pueden hacer que cometas atrocidades”. Tristemente, el mundo sigue confirmando dicha observación: el Estado Islámico degüella y ahora quema vivos a sus rehenes; el fascismo del Kremlin financia guerras en Europa y partidos políticos lo exculpan; el régimen venezolano, que inicialmente llegó al poder con apoyo popular, destruye la economía y encarcela a opositores y empresarios; islamistas radicales matan a caricaturistas en París, etc.
Decir que “estamos viviendo en el periodo más moral en la historia humana” puede entonces chocar con nuestra percepción. Pero probablemente sea cierto. Es lo que afirma Michael Shermer, autor de un libro nuevo que expone esta tesis. 

Shermer ofrece abundante evidencia. El mundo es mucho más libre ahora que hace décadas o siglos atrás. Un porcentaje menor de la población muere a causa de conflictos bélicos que en cualquier momento de la historia; la esclavitud es practicada en casos marginales y no como la norma que fue por miles de años; el crimen violento en buena parte del mundo ha caído a sus niveles más bajos; y la tortura y la pena de muerte se llevan a cabo menos que antes. 

El progreso moral de los últimos siglos se debe al uso ascendiente de la razón y el método científico por encima de la superstición y los prejuicios, según Shermer. La revolución científica que empezó en el siglo XVI influyó en el pensamiento de la Ilustración que empezó en el siglo siguiente y en la que se desarrollaron principios filosóficos amparados por argumentos basados en la razón y la evidencia empírica. 
Ya no quemamos brujas porque entendemos que, aparte de que no existen, no son la causa de enfermedades, malas cosechas u otras calamidades. La idea de la Ilustración de que el comercio y la apertura económica promueven la paz es respaldada por una serie de estudios rigurosos.

Una investigación reciente de los economistas suecos Niclas Berggren y Therese Nilsson, descubre un aumento de una de las grandes virtudes morales —la tolerancia— conforme  los países aumentan su libertad económica, como ha ocurrido en las últimas décadas. En específico, la tolerancia hacia los homosexuales se relaciona con más libertad económica y especialmente con dos de sus aspectos: la estabilidad monetaria y el Estado de Derecho. Los autores enfatizan la importancia del nivel de confianza que existe entre los miembros de la sociedad como aliciente de la tolerancia. O sea que no sorprende que una sociedad que confía en su moneda y las “reglas del juego” pueda tener un alto nivel de confianza social. 

El mismo proceso de mercado también promueve la tolerancia, según los investigadores. Una economía cerrada requiere de controles, regulaciones y cierto conformismo que no admite fácilmente maneras distintas de ser o de hacer las cosas. En una economía abierta, la interacción de la sociedad no depende solamente de sus miembros, por lo que la diversidad se tolera y hasta enriquece a la sociedad misma. El mercado además hace que la gente internalice la tolerancia conforme aumenta la interacción entre una diversidad de personas.

Usamos la razón para explicar por qué pueden o no incrementar las virtudes morales. Pero como bien lo explicó Adam Smith en “La teoría de los sentimientos morales”, la moralidad no necesariamente surge de un diseño racional, sino de la práctica y del deseo de muchos de querer ser buenos y hacer el bien. No hay una vacuna para la inmoralidad, pero hasta ahora la sociedad abierta parece ser la que más ha promovido el progreso moral.