Aunque el gobierno sostiene que las versiones de la posible candidatura de Nadine Heredia el 2016 las originan sus adversarios, en realidad muchas veces son sus propios partidarios los que introducen el tema en la discusión pública. Esta vez fue el congresista Omar Chehade, que sigue haciendo méritos para recuperar el favor de la pareja, quien sostuvo que la esposa del presidente sí podría ser candidata presidencial, aunque por propia decisión no lo será.
Chehade es hasta ahora presidente de la Comisión de Constitución del Congreso.
A partir de eso los opositores han retomado el tema. El congresista Javier Bedoya ha informado que varios importantes estudios de abogados de Lima han sido consultados respecto a la legalidad de la posible candidatura de la primera dama. Y otros han tomado el caso irregular del congresista Marco Falconí, que pretende candidatear a la presidencia del gobierno regional de Arequipa, como un precedente de cómo un juez puede burlar un impedimento legal.
El punto es que Nadine Heredia sigue ocupando el centro del escenario y eso no solo le gusta, le fascina. Después de haber impuesto contra viento y marea a Ana María Solórzano como presidenta del Congreso, aun a costa de una escisión de su grupo parlamentario, y haber designado a su fiel escudera Ana Jara como presidenta del Consejo de Ministros, su poder ha aumentado y su ego se ha inflado descomunalmente.
Cada vez más desenfadadamente se expresa como la verdadera gobernante del país ante propios y extraños, a tal punto que en su entorno íntimo cunde el temor de que este comportamiento algo extraviado la induzca a cometer nuevos errores.
Por eso, cuando algunos políticos y analistas le creen a los voceros del gobierno cuando afirman que Nadine no será candidata el 2016, están utilizando como parámetro un criterio de racionalidad que es ajeno a la presidenta (del partido).
Ella en este momento se considera todopoderosa, omnímoda y esa actitud desapegada de la realidad puede llevarla a retomar la idea que tuvo la pareja presidencial desde el comienzo de su gobierno, perpetuarse en el poder usando el esquema argentino de los Kirchner – Fernández. Si en algún momento retrocedieron fue porque las cifras –de popularidad y economía- pintaban muy mal, pero ellos confían en que ambos guarismos mejorarán el 2015 y entonces podrían retomar el propósito original.
Las justificaciones serían las obvias: “las bases me lo piden”, “hay que continuar el trabajo iniciado”, “hay que impedir el retorno del fujimorismo (o del aprismo)”, “cambié de opinión”, etc.
Naturalmente, están buscando otras alternativas para el caso que las circunstancias hagan imposible su candidatura. Según fuentes generalmente bien informadas, han dado ya algunos pasos para establecer una alianza con Luis Castañeda pensando en el 2016 y no solo en el actual Congreso, donde mantienen un acuerdo bajo la mesa desde el principio.
Como se recuerda, el grupo parlamentario de Castañeda (Solidaridad Nacional) ha apoyado sistemáticamente al gobierno, incluyendo la reciente elección de Solórzano, y desde el comienzo han dirigido la importante comisión de Fiscalización, donde se activan o liquidan investigaciones que pueden afectar a los socios.
La posibilidad de lanzar a Castañeda como candidato presidencial el 2016 parte de varios supuestos. El primero, naturalmente, que gane muy holgadamente las elecciones de octubre. Segundo, que el 2015 realice una labor que tenga gran impacto electoral, para lo cual contaría con el apoyo del gobierno.
La alianza humalismo-Castañeda llevaría un considerable y confiable número de candidatos de la pareja presidencial al Congreso, de tal manera que se conviertan en una fuerte protección para impedir lo que muy probablemente sucederá, una megacomisión para investigar a los Humala Heredia, que es lo que finalmente les preocupa.
Si van con un candidato propio que no sea Nadine probablemente les irá igual o peor que a Alan García el 2011 (4 congresistas) y Alejandro Toledo el 2006 (2 congresistas). Con el adicional que los humalistas no serían tan eficaces en defender a sus jefes como los apristas.
Castañeda, que obtuvo un deslucido resultado la elección pasada, al parecer se ha entusiasmado con esa perspectiva y está considerando seriamente la posibilidad. Como es evidente, ambas partes negarán rotundamente esa alternativa, si es que llega a concretarse, hasta muy avanzado el 2015.