María Cecilia  Villegas

Nano Guerra García falleció el viernes en Arequipa, donde llegó para participar en Perumin. Luego de una descompensación fue trasladado a la posta de Punta de Bombón, pero estaba cerrada. Es que la posta solo atiende 7 horas al día y no cuenta con médicos. La muerte de Nano pudo evitarse si hubiese recibido atención médica oportuna. Este es un lamentable ejemplo que nos permite graficar la situación que enfrentan millones de peruanos sin acceso a servicios de salud y cuyas vidas se truncan por la incapacidad del Estado.

Las postas y los consultorios médicos son establecimientos de salud de primer nivel, y son donde se deberían resolver el 85% de los problemas de salud de los peruanos. Pero ¿cómo hacerlo si el 97% de los 8.783 establecimientos de salud de primer nivel tiene una capacidad instalada inadecuada? Y uno de cada dos ¡no tiene médicos!

La pandemia demostró la debilidad institucional del sector salud. No solo para atender a los enfermos de COVID–19, sino los servicios de salud regulares que dejaron de prestarse. Con lo que muchas personas terminaron perdiendo la vida por no recibir atención médica oportuna. Y, sin embargo, en el 2021, elegimos presidente a quien no tenía capacidad alguna para gobernar, lo que implicó un retroceso aún mayor, destruyendo la poca meritocracia que habíamos logrado a través de Servir. En el sector salud no existe predictibilidad ni línea meritocrática. Y, solo como ejemplo, en los últimos dos años, hemos tenido seis ministros de Salud y siete presidentes ejecutivos de Essalud. Por cierto, la actual gestión de Essalud decidió hace unas semanas utilizar S/220.000 del presupuesto para adquirir una camioneta para sus altos ejecutivos.

La falta de capacidad de gestión y la mala ejecución presupuestal hace, además, que los establecimientos de salud no cuenten con suministros médicos ni farmacéuticos. Solo el 48% tiene los medicamentos necesarios. Y en regiones como Madre de Dios y Piura es solo el 5%.

Nos enfrentamos a una incapacidad e indolencia brutales que nos lleva a ser un Estado fallido, incapaz de brindar servicios de salud a su población. Y pese a que el 98% de los peruanos está, nominalmente, asegurado, los seguros públicos existentes, SIS y Essalud, son incapaces de ofrecer servicios para sus asegurados. De hecho, el maltrato al asegurado empieza con las colas de madrugada para lograr obtener una cita, que se da semanas después de solicitada. La mala calidad de los servicios, que incluye el maltrato de los funcionarios de salud, y la deshumanización del paciente y sus familiares a quienes no solo no se les permite comunicarse con el paciente, sino que además se les envían recetas interminables que tienen que comprar para que su ser querido sea atendido. Sabemos además que los médicos trabajan en clínicas privadas en los horarios que deben estar atendiendo en el hospital. ¡Y nadie dice nada! En el Hospital del Niño, por ejemplo, obtener una cita en Medicina Física y Rehabilitación demora 2.277 días; 6,2 años.

El PBI per cápita en el Perú es de US$6.911, lo que lo hace un país de ingreso medio alto. ¿Significa esto que todos los peruanos están fuera de la pobreza? ¡No! Significa que el Perú tiene recursos para cerrar las brechas en infraestructura y servicios de buena calidad para atender a sus ciudadanos. Pero la incapacidad del Estado y la corrupción impiden que los ciudadanos sean adecuadamente atendidos.

Uno de los impactos más serios de la descentralización fue pasar a manos de alcaldes y gobernadores sin capacidad de gestión ni conocimientos los servicios de salud y educación. Y en lugar de construir una burocracia sólida, con técnicos capaces y meritocracia, le entregamos los sectores más importantes para el desarrollo del país: salud y educación, a políticos. Cuando Fernando Cillóniz fue gobernador de Ica transformó los servicios de salud con personal capacitado de Servir. Acabada su gestión, lo avanzado se destruyó cuando su sucesor despidió a los funcionarios por intereses políticos y corruptos, en perjuicio de los iqueños.

Y si Nano no hubiera fallecido en Punta de Bombón por falta de atención médica, hoy no estaríamos discutiendo sobre la realidad del sistema de salud peruano.

Maria Cecilia Villegas CEO de Capitalismo Consciente Perú

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