Héctor Villalobos

El nombre oficial del 2023 fue el Año de la Unidad, la Paz y el Desarrollo. Fue precisamente todo lo que no tuvimos en los últimos 12 meses. La polarización política se agudizó, las protestas sociales tuvieron un desenlace violento y trágico y nuestra economía entró en recesión. Por suerte, el Gobierno esta vez optó por la efemérides antes que por la frase propagandística y el 2024 será denominado el Año del Bicentenario de las Batallas de Junín y Ayacucho. De no haber coincidido con un aniversario histórico, a alguna mente brillante y salada podría habérsele ocurrido bautizarlo como el año de la seguridad ciudadana o el del crecimiento económico.

La encuesta de diciembre de Datum realizada para El Comercio confirma la percepción negativa que ha tenido para los peruanos el año que se despide. Para el 42% de ciudadanos, no ha habido un personaje positivo, y para un tercio de los encuestados, no hubo un solo hecho positivo a destacar en el 2023. Ni unidad ni paz ni desarrollo. Ni nada que se les parezca.

La impredictibilidad del Perú es puesta constantemente en evidencia, en especial en los aspectos político y judicial (que en los últimos tiempos parecen ser lo mismo). Puedes dejar de mirar el celular por unos minutos y, cuando vuelves a conectarte, descubres que ha ocurrido de todo. El 2024 no será la excepción. Y si bien los sobresaltos noticiosos continuarán brincando de la caja de sorpresas que es nuestra coyuntura, hay algunas proyecciones que se pueden deslizar.

La relación Ejecutivo-Congreso continuará en modo matrimonio por conveniencia. Una ruptura a corto plazo es poco probable, salvo por algún un inesperado y contundente destape que tenga que ver, por ejemplo, con corrupción. El 2026 es todavía una meta lejana y ambos poderes del Estado se necesitan mutuamente para asegurarse la sobrevivencia.

En el ámbito judicial, se iniciarán algunos de los juicios orales a personajes políticos como Keiko Fujimori, Martín Vizcarra y Susana Villarán. Los largos años de investigaciones preliminares, preparatorias y controles de acusación llegarán a su fin, pero ello no necesariamente garantiza las condenas.

Las pugnas internas en los organismos del sistema de justicia continuarán y se intensificarán, especialmente en el Ministerio Público. No hay que olvidar que Juan Carlos Villena ostenta el cargo de fiscal de la Nación de manera interina y el pleito por la sucesión no ha concluido.

En el campo legislativo, hay algunos proyectos importantes que han quedado pendientes y que pueden lograr consensos, como la segunda votación del dictamen del retorno al Senado o la prohibición para homicidas, corruptos y terroristas de postular a cargos de elección popular.

Esperamos que el nombre del 2023 se convierta por fin en una realidad en el 2024 y que el Perú tenga la unidad, la paz y el desarrollo que no tuvo en los últimos 365 días.

Héctor Villalobos es Editor de Política

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