La declaración de Nicolás Maduro como presidente de Venezuela es la exhibición de un fraude. El Consejo Nacional Electoral no ha mostrado las actas de votación y, sin embargo, lo ha declarado “elegido”.
El fraude es flagrante. La oposición sí ha mostrado actas que dan, en números gruesos, 67% para Edmundo González Urrutia y 30% para Nicolás Maduro (al 81,7% de actas digitalizadas).
Un resultado no se da por la publicación de una de las partes ni por las encuestas a boca de urna. Se da formalmente por las actas de votación. Maduro fue proclamado sin ninguna comprobación del resultado.
El propio presidente de facto ha dicho que “el pueblo soberano es el que manda en Venezuela, el que pone, el que elige, el que dice, el que decide”. Lo dijo en respuesta al Gobierno de los Estados Unidos, que da por ganadora a la oposición.
El problema es que el pueblo no es Maduro. El pueblo es el de las actas, y las actas están del lado de Edmundo González Urrutia.
El Gobierno de Venezuela maneja, como se sabe, el Congreso, el Consejo Nacional Electoral, el Poder Judicial y el Ministerio Público.
El fiscal general acusa a María Corina Machado, lideresa de la oposición, de haber cometido fraude electoral. No ha mostrado, por supuesto, ninguna prueba del supuesto sabotaje informático.
El régimen ha puesto en prisión a más de 1.000 manifestantes y promete hacerlo con 1.000 más. No hay ninguna prueba de que los opositores hayan atacado, destruido o prendido fuego a algún local público o privado.
El gobierno cuenta, además, con grupos paramilitares, llamados “colectivos”, que atacan con armas de fuego, detienen y hacen desaparecer a muchos manifestantes. Eso, por cierto, no se va a investigar.
Se trata de instalar el miedo. “Si no quieren que Venezuela caiga en un baño de sangre, en una guerra civil fratricida, producto de los fascistas, garanticemos el más grande éxito”, había advertido Maduro antes de las elecciones.
Es necesario recordar cada uno de los abusos del poder en Venezuela porque hay quienes, aquí en el Perú, lo defienden y aplauden. No les interesa la gente, no les interesa la ley, no les interesa un sistema de cambio pacífico y legítimo del poder. Solo les interesa llegar a como dé lugar.
Ya se muestran quienes quieren destruir la democracia en el Perú como en Venezuela. No los dejemos pasar.