Esta debe ser la etapa en la que más se ha hablado de los niños en la historia reciente de nuestro país. Pero no me refiero a conversaciones sobre la niñez, su futuro y problemática, sino respecto a ‘Los Niños’ de Acción Popular. También se habla de El Niño global, pero esa es otra historia.
El apodo colectivo o el alias ‘Los Niños’ es ampliamente usado desde finales de febrero del 2022, cuando se conoció el testimonio de Karelim López, quien por esas fechas empezaba a describir el funcionamiento de la presunta organización criminal montada por el expresidente Pedro Castillo.
Según reportó en su momento este Diario, López le dijo a la fiscalía que había una mafia en el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC), comandada por el entonces mandatario y el ministro Juan Silva (hasta hoy prófugo). Señaló que el grupo incluía a cinco congresistas del partido de la lampa, que eran llamados ‘Los Niños’ por el expresidente y el ex secretario general de Palacio Bruno Pacheco, “porque obedecen a todo lo que dice Pedro Castillo”.
Según el Ministerio Público, los legisladores eran el brazo congresal de la estructura delictiva y protegían al presidente con sus votos a cambio de poder copar entidades del Estado con miras a dirigir y direccionar licitaciones públicas. En buen castellano, afirman que ‘Los Niños’ serían unos políticos vendidos y corruptos que deberían estar presos.
El periodista Fernando Vivas escribió también en estas páginas que el abogado César Nakazaki le contó que sus defendidos López y Pacheco le dijeron que el nombre ‘Los Niños’ “surgió al ver el entusiasmo, a la vez ‘naif’ y pervertido, de estos zamarros ante su amistad con el ‘profe’ Castillo”.
Sea cual fuere la génesis exacta, está claro que ‘Los Niños’ no tienen nada de niños y que, por asociación, si siempre nos referimos a un grupo de presuntos delincuentes como si fuesen uno de infantes, podemos terminar arrastrando, inconscientemente, una percepción negativa de quienes deberían ser lo más importante para nuestra sociedad.
No pretendo que se deje de usar el apodo. Sería ingenuo de mi parte sugerirlo. Mi intención es llamar la atención respecto a la importancia que tiene la protección a los niños, niñas y adolescentes y que, cuando se mencione a ‘Los Niños’ de la lampa, se piense también en todos los problemas que aquejan a los niños de verdad.
Para empezar, como lo dijo El Comercio en su portada del 1 de agosto pasado, la violación de menores de edad es el segundo delito con más presos en el Perú. En nuestras cárceles hay 10.742 recluidos por violación sexual de menores de edad (imagínense cuántos habrá libres). El único crimen que lo supera en número de reclusiones es el de robo agravado.
El caso de la violación de la niña Mila y las restricciones de acceso a un aborto terapéutico es solo un ejemplo de la enorme cadena de errores con las que el Estado trata a los niños. En términos de embarazo adolescente, tenemos que la maternidad en niñas de entre 10 y 14 años creció 14% en el año 2022 (1.625 nacimientos en ese año).
Puedo hablar también del trabajo infantil, del incremento de la anemia (42% de los niños de seis a 36 meses la tienen) o de las cifras de comprensión lectora, pero me quedo corto.
Si al menos tuviésemos un grupo de congresistas que se dedicase a buscar soluciones a estos temas en una forma tan entusiasta como lo hacen para la regulación de los asuntos universitarios, los plazos de prescripción de los delitos o los requisitos para ascender en la carrera magisterial, seguro la cosa sería un tanto mejor. La situación de nuestros niños es grave y urgente. No solo El Niño global requiere grandes planes y presupuestos; la niñez también.
Ahora que están de moda los ejercicios comparativos, me permito preguntarme, quiénes deberían ser más importantes: ¿'Los Niños’ o los niños? La respuesta es obvia, ¿no?