Los nuevos paradigmas, por Hugo Guerra
Los nuevos paradigmas, por Hugo Guerra
Redacción EC

Veo con especial preocupación cómo los paradigmas sociales están trastrocando ciertos valores claves de la peruanidad. Por ejemplo, nuevamente se cuestiona la vigencia de las y su rol en la preservación de la defensa nacional.

Un par de argumentos de esa línea plantean si tiene sentido mantener la estructura militar después de la sentencia de sobre el diferendo marítimo con Chile y si es mejor invertir en más policía en vez de soldados.

Ni lo uno ni lo otro tiene sustento: estar recién en vías de cerrar nuestras fronteras puede ser garantía jurídica, pero no asegura nada real y permanente. No porque tengamos que vivir eternamente recelosos del vecino del sur, sino porque, como ya lo ha demostrado la historia hasta la saciedad, los países son como las personas: cambian en su composición y, en la búsqueda de sus intereses nacionales, siempre están dispuestos a modificar sus fronteras.

En nuestro caso, además de la espina boliviana por su mediterraneidad y el desplazamiento aimara (que no reconoce mapa moderno alguno), es obvio que no podemos descuidar la defensa de la integridad de nuestro territorio. En ese mismo ámbito, en la década de 1970 habríamos tenido posibilidad de oponernos a los compromisos chileno–bolivianos de Charaña sin contar con un ejército relativamente poderoso. ¿Podríamos haber llegado a la paz con Ecuador en la Guerra del Cóndor, pese a la exigua capacidad militar que exhibimos entonces?

La defensa nacional, rol básico de nuestras Fuerzas Armadas, tiene muchos alcances: si nuestras tropas no hicieran un esfuerzo enorme en el Vraem (que por lo menos en Lima pasa prácticamente desapercibido), el Perú ya sería una narcorepública, acelerándose esa tendencia subrayada por el hecho que 32% del presupuesto nacional está vinculado a los narcodólares. Por otra parte, el terrorismo (cuyas raíces no han sido extirpadas del todo) volvería a convertir al Perú en un gigantesco cementerio.

Quienes ignoran la disciplina pertinente no entienden que el mundo globalizado cada día arma más a sus ejércitos tanto porque está consciente de la necesaria preservación de las identidades nacionales dentro de un modelo mundializador como porque  hoy prima el nuevo concepto de la seguridad integral: algo que la policía jamás podría asumir por sí sola.

Aclaremos: ¿ya no están de moda los militares o es que los líderes de opinión no tienen capacidad e interés para entender los nuevos desafíos? Cuando exaltamos a , Bolognesi, Quiñones y tantos otros, no lo hacemos por patrioterismo sino por ese auténtico patriotismo que queremos preservar y transmitir a nuestros hijos. ¿Y qué es patriotismo? Pues simple: luchar porque la viabilidad del Perú y su grandeza internacional se mantengan siempre.

El gobierno sigue fallando en no alentar un cambio de imagen de nuestro militares y porque todavía les niega derechos salariales y herramientas legales para que cumplan mejor con su función. Mientras tanto, empresarios, intelectuales y académicos deberían esforzarse un poco y entender que son ellos –con su pragmatismo iconoclasta y eventual deformación ideológica– los responsables de maltratar a la institución castrense al proponer nuevos paradigmas de éxito material pero carentes de valores.