Okinawa es un archipiélago del sur de Japón con la mayor cantidad de longevos: tiene más de 30 centenarios por cada 100.000 habitantes. Y lo que más llama la atención es la buena salud de la que gozan los okinawenses en Japón, un país donde la gente tiene una larga vida.
Viví en Okinawa, de paso hacia Tokio, a inicios de 1990. Mis cuatro abuelos nacieron allí y emigraron al Perú, dejando familiares en Japón con los que la comunicación se interrumpió durante los conflictivos años precedentes y durante la Segunda Guerra Mundial. En aquel tiempo, los japoneses salieron a Hawái, California, el Perú, Bolivia y Brasil, y un gran porcentaje de ellos eran de Okinawa. La situación económica, los conflictos políticos en Asia y las normas de herencia, donde los activos de la familia pasaban al hijo mayor, limitaban las posibilidades de los ciudadanos que buscaban un lugar mejor. Hoy no todo es perfecto en Okinawa, los jóvenes aún emigran, yendo a Tokio, Osaka u otras ciudades en búsqueda de mejores opciones laborales.
¿Cuál es el secreto de la larga vida de los okinawenses? La alimentación es muy sana, con una gran cantidad de verduras y frutas, pero también se consumen carnes, cerveza y ‘awamori’, el sake de la región. El clima soleado es también un componente esencial. Aunque creo que hay tres elementos muy importantes que trascienden a la alimentación y al clima: i) el estado de bienestar, ii) la planificación urbana y iii) la vida comunitaria.
El primero, el estado de bienestar, es una política nacional. Todos los japoneses están obligados a tener un seguro de salud y a estar afiliados al sistema de pensiones. En Japón, la población se está reduciendo porque las parejas jóvenes no quieren tener muchos hijos y eso impacta en los sistemas de bienestar porque cada vez hay menos gente contribuyendo con los fondos de apoyo. Sin embargo, la cobertura plena permite que los ciudadanos tengan medicina preventiva y que, al jubilarse, cuenten con una remuneración mensual vitalicia, reduciendo el estrés y la tensión de los mayores.
La planificación urbana es el segundo elemento. En las calles de Okinawa se ven a menudo personas de más de 80 años yendo en bicicleta en vías dedicadas, siendo una gran oportunidad para hacer ejercicio. Los espacios verdes y los parques están acondicionados para los ciudadanos de la tercera edad, con demarcaciones y áreas que alientan la interacción y comunicación social.
Pero el tercero, y tal vez más importante secreto de la longevidad, es la particular vida comunitaria. En Yonabaru, la ciudad donde viví, las casas tienen las puertas siempre abiertas y todos se saludan y reúnen a lo largo del día, ayudándose como una gran familia. Cuando alguien de la comunidad tiene un problema, todos acuden a ayudar y hay permanente comunicación. No hay preocupación por la inseguridad o robos porque todos se conocen. Esto está cambiando mucho, porque la urbanización con elevados edificios vuelve anónima a la gente, pero la cultura se mantiene.
Dan Buettner, periodista de “National Geographic”, escribió un libro sobre las “zonas azules” donde la gente tiene larga y saludable vida, identificando a Okinawa en Japón, Cerdeña en Italia, Nicoya en Costa Rica, Loma Linda en California e Icaria en Grecia. Todos tienen en común una dieta balanceada, además de un motivo para vivir, y cuentan con una comunidad cercana de ayuda mutua.
En Okinawa, y en Japón, la vida comunitaria se refuerza además con el concepto de ‘ikigai’, que significa ‘la razón para vivir’, que cambia a lo largo de la vida y las situaciones. Las personas deben encontrar ese propósito que provee fuerza interior que puede ser desde ayudar a alguien, pintar cuadros, escribir un libro, ser mejor cocinero, mejor profesor, mejor médico; en suma, mejor que uno mismo cada día. El ‘ikigai’ está basado en la satisfacción personal. Si se hace algo buscando la mejora continua, uno debe sentirse satisfecho, y la recompensa primero personal, anónima y silenciosa se convierte después en reconocimiento social.
Esto nos obliga a pensar en la ciudad ideal. Una ciudad requiere que su población tenga seguro médico y sistema de pensiones, para ello el país debe ser competitivo con alta renta. La ciudad necesita de planificación urbana ordenada y eficiente, lo que precisa de funcionarios competentes y administraciones transparentes. La ciudad debe apoyar el espíritu comunitario, lo que demanda espacios públicos, salones y estructuras que faciliten el intercambio y la cooperación grupal. Alcanzar las ciudades ideales requiere de muchas disciplinas interactuando juntas.
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