Esta semana culminó la Cumbre del Futuro que se realizó en el marco de la Asamblea General de las Naciones Unidas, un evento cuya atención mediática en el Perú estuvo centrada en el debate parlamentario que le negó el permiso para asistir a la presidenta Dina Boluarte, reduciendo el interés en un hecho muy importante: la participación de una Delegación Perú conformada por 16 jóvenes que por primera vez logran tener presencia en este tipo de foros.
Esta delegación puede demostrar, como se dijo la semana pasada en esta columna, que no es que la juventud sea indiferente hacia las cosas importantes, sino que hay aburrimiento, pero que, bien definidos los incentivos y, sobre todo, creados adecuadamente los canales, lo que encontramos es un compromiso sólido con la resolución de los problemas que impactan directamente en ellos, los más vulnerables e invisibles del país.
Esos 16 jóvenes nos representaron y dieron contexto a ese mandato que por defecto se les transfiere y que abona por permitirles participación pública en dicho evento. Pero no se trata solo de convocar a las juventudes a participar, sino que se necesita crear modos de acompañamiento antes, durante y después de eso que llamamos ‘participación’, tal y como explicó Mauricio Pahuara, miembro de la Delegación Perú, en su intervención durante el evento.
El futuro se ha dibujado esta semana en la Asamblea General de las Naciones Unidas, y nos dice que es uno donde lo digital y los que están por venir son las prioridades. Pese a ello, el llamado Pacto por el Futuro no ha dejado de ser controversial –fue suscrito por casi todas las naciones, salvo seis excepciones–, dado que trata de hacer eso que es casi imposible: asir con acuerdos mínimos el escurridizo futuro. Y ya se sabe que, en tiempos de incertidumbre, los acuerdos mínimos son los que más cuesta lograr.
Dibujar entre todos un futuro más inclusivo que nos libere de las nuevas brechas, en el que ya no solo están las materiales, sino, sobre todo, las que involucran capacidades para aprovechar las nuevas tecnologías emergentes, tipo la IA, que es una nueva forma de gobernanza institucional que se propone en el Pacto Digital Global. Esa nueva gobernanza es definitiva y aboga por darle mayor preponderancia a la sociedad civil juvenil en la implementación de las acciones que se sugieren en los acuerdos del pacto.
Por ejemplo, se reconoce que, tal y como indicaba Pahuara, la participación cívica de los jóvenes puede mejorar grandemente a través de la alfabetización informacional y la construcción de espacios de activismo digital que, entre otras cosas, interpelen al poder formal, pero que también permita espacios de creación conjunta de servicios, entre otros. Y ello supone entender el poder de la IA y, con más precisión, saber reutilizar la gran cantidad de data pública digital que ya está en muchos anaqueles públicos del Estado Peruano, esperando ser utilizados.
Por ello, desde este espacio celebro a esos 16 jóvenes autoorganizados por haberle permitido al país llevar una representación tripartita, en la que las nuevas generaciones han tenido su propia voz.