En la Municipalidad de Lima nos trazamos como meta la transformación del sistema de transporte en la ciudad. No por casualidad en nuestra anterior gestión se sentaron las bases para el proceso de modernización de transporte, tanto con el trazado e implementación del corredor del Metropolitano como con la definición de los futuros corredores viales. Todo ello está en la Ordenanza 954, vigente desde julio del 2006.
Lima comienza a contar ya las últimas horas de la informalidad en el transporte. El actual Concejo Metropolitano ha aprobado la Ordenanza 1876, malentendida y satanizada por ciertos voceros políticos pese a que aborda dos puntos de importancia medular: primero, ordena el retiro –en el curso de este año– de las combis de los 16 distritos con más tránsito en Lima; y segundo, garantiza el carácter exclusivo de las avenidas de alta circulación, como Abancay, Benavides, Vía de Evitamiento, entre otras, en las que solo podrán circular buses con capacidad mayor a 80 pasajeros. Y con esto terminamos de incorporar en el proceso de reforma a las empresas de transporte, puesto que irá de la mano con reglamentación que exigirá mejores estándares de calidad en la selección de choferes y dará la oportunidad para ofrecer al público usuario modernas unidades y mejores servicios.
En suma, no más oriones, no más chosicanos, la irresponsabilidad ya no tendrá a su cargo el transporte de pasajeros, puesto que las empresas tendrán que emplear al personal idóneo, al mejor capacitado para esta tarea. Así nos beneficiamos todos: la corporación municipal haciendo cumplir las reglamentaciones, los empresarios mejorando sus prestaciones y los usuarios consiguiendo finalmente servicios de calidad.
Se ha pretendido decir que esta ordenanza le pone punto final a los proyectos de corredores viales de transporte licitados en la administración anterior. Lo que esos mismos críticos no se atreven a decir es que tres de esas licitaciones –Panamericana Norte y Sur, Carretera Central y San Juan de Lurigancho– han sido observadas por el Ministerio de Economía y Finanzas y por la contraloría debido a que se realizaron infringiendo las normas, lo que ha llevado a que sean declaradas nulas. Y además, los concesionarios ganadores enfrentan dificultades para obtener la viabilidad financiera que les permita sacar adelante sus proyectos para comprar buses nuevos y habilitar la infraestructura necesaria. Ante eso, la corporación municipal tiene que buscar soluciones en el corto plazo, puesto que estamos hablando de rutas en las que se trasladan a diario millones de vecinos.
Ya el alcalde Luis Castañeda ha dicho que busca replicar el modelo del Metropolitano en el corredor azul, sin que eso suponga afectar los derechos ganados por los concesionarios. Y es que lo que pretendemos hacer es aprovechar la infraestructura vial en camino para perfeccionar su trazado. Con la incorporación de los túneles que conectan el Rímac con San Juan de Lurigancho podremos ampliar la ruta y permitir que la población de este distrito recupere su acceso directo al Cercado de Lima y distritos aledaños, que era algo que habían perdido con el diseño original del corredor y que había motivado muchas críticas, ya que sus desplazamientos por la ciudad se encarecían hasta en un 300%. Y de esa manera también se pondrá punto final a los “patios de maniobras” improvisados en las calles del Rímac, dado que se abre la chance de ubicar los buses en nuevas áreas.
De igual modo, el anuncio de la construcción del ‘by-pass’ en la avenida 28 de Julio, que tanto ha molestado a los opositores, pese a ser una iniciativa privada que pone a disposición de la ciudad el fideicomiso obtenido por el proyecto de Vía Parque Rímac (Línea Amarilla), no afecta al corredor azul. Por el contrario, se conseguirá un traslado más rápido y que va a generar un nuevo espacio público con áreas verdes entre el Campo de Marte y el Parque de la Exposición. Es un proyecto que beneficiará a un millón de limeños y que ayudará a reducir el número de horas que se pierden a diario.
En suma, lo que se busca es un transporte moderno y seguro, con choferes en planilla, con empresas que se adecúen a los nuevos reglamentos y ordenanzas, con sistemas que puedan articularse con los futuros proyectos de trenes que están en marcha. Ello originará orden en el transporte y en el tránsito. Y para eso contamos con planes definidos y personal con capacidad y voluntad para sacarlos adelante. A diferencia de otras ocasiones, acá no se está improvisando nada y por eso el alcalde se dedica únicamente a trabajar, a retribuir la confianza de los limeños que le han dado la oportunidad para encarar y resolver los problemas y desafíos de nuestra capital.