Carlos Ramos Heredia llevó a la fiscalía a su peor momento desde Blanca Nélida Colán. La pesadilla de los 90 duró casi nueve años, la actual apenas nueve meses, gracias a la democracia peruana, tan criticada con frecuencia, pero lo suficientemente vital para impedir la captura de una institución fundamental.
Gracias a la prensa, la sociedad civil y la opinión pública, el Consejo Nacional de la Magistratura (CNM) se animó a investigar a Ramos Heredia y a suspenderlo por seis meses. Una lectura cuidadosa de esta decisión lleva a colegir que los elementos probatorios con que cuenta el CNM serían más que suficientes para destituirlo.
Todo indica que se está abriendo una nueva fase en la vida de la fiscalía. Nadie mejor que Pablo Sánchez Velarde –fiscal íntegro, competente y experimentado– para liderarla en esta nueva etapa y devolverle la confianza y legitimidad perdidas. Lograrlo no será fácil, pero sí posible. Dependerá principalmente de lo que haga el nuevo fiscal en tres frentes: el de las designaciones más importantes, las investigaciones emblemáticas y el control interno.
Primero, las más recientes designaciones para las coordinaciones de los subsistemas contra el lavado de activos y anticorrupción son una buena señal. El nombramiento de tres nuevos fiscales supremos provisionales será la prueba decisiva.
Segundo, es imperativo que los fiscales asuman el liderazgo necesario en casos como los de César Álvarez, Rodolfo Orellana y Martín Belaunde Lossio para producir resultados prontos en la completa desarticulación de dichas organizaciones, en la recuperación de los recursos afectados y en la sanción ejemplar a sus responsables. Ese liderazgo tendrá una influencia muy positiva en el conjunto del sistema de justicia penal.
Tercero, el control interno. Se requiere dar señales claras de avances para identificar y sancionar a los fiscales que favorecieron a las organizaciones criminales. El éxito futuro de la lucha contra el crimen organizado dependerá mucho de este esfuerzo, que en la actualidad ni se ha iniciado, pues para ello será preciso renovar la Fiscalía Suprema de Control Interno, que hasta ahora ha estado en manos de una aliada de Ramos Heredia.
Pero la recuperación del Ministerio Público no depende exclusivamente del fiscal de la Nación. Así como el CNM ha sido fundamental para iniciarla, también podría neutralizarla. Si Ramos Heredia es destituido, de aquí a agosto el CNM debería nombrar a tres nuevos fiscales supremos, pues Nora Miraval y José Peláez pasan a retiro por límite de edad. ¿Nombrará bien?
El resultado es incierto, pues el propio CNM está en proceso de renovación y contará con tres nuevos miembros este semestre, uno elegido por los abogados y los otros dos por los otros profesionales del país. La prensa y la sociedad civil tienen un papel clave que cumplir para exigir elecciones transparentes y para impedir que personajes cuestionados o sin las calidades necesarias terminen decidiendo el futuro de instituciones fundamentales como la fiscalía y el Poder Judicial.